OO2. Noche de películas.

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Ambas estaban recostadas en el sofá de la sala tratando de encontrar algo bueno en los canales de la televisión. Ese día a Sana se le había olvidado por completo rentar algunas películas por andar entre las nubes. Lo único que recibió fue un par de golpes leves por parte de la menor.

─Ah... todavía me duele mucho. ─Se acercó quejumbrosa apoyando su cabeza en el hombro de la más alta. ─No fue mi culpa deslumbrarme en tus hermosos ojos y haberme olvidado de rentar la película.

Tzuyu la miró de reojo mientras reía por sus palabras. ¿Cómo podía llegar a ser de esa manera? Todos los días se preguntaba cómo era tan afortunada de tener a semejante tontita a su lado, pero, una tontita que amaba mucho. La rubia se levantó dirigiéndose a la cocina buscando las palomitas y algunas golosinas que compraron en el camino a casa. Entre tanto dulce predominaba el chocolate, su favorito.


La menor tomó el control de la tele volviendo a cambiar una y otra vez los canales hasta que paró en una película de terror a medias e inconscientemente sonrió. El género de terror no era del gusto de su novia pero sí su favorito, así que no significaba algo malo si la veían un rato.

Tzuyu se dispuso a ver sin quitar una sonrisa un tanto macabra de su rostro. ─¡Tzuyu! ─Gritó la contraria aproximándose por el pasillo con dos tazones, uno repleto de palomitas y el otro de las golosinas previamente dichas. En su rostro se iluminaba una gran sonrisa por ver a la menor sonreír, pero, un grito desgarrador resonó en las paredes de la sala interrumpiendo su momento de apreciación.

Sana la miraba con los ojos entrecerrados y ella sonreía. En un movimiento rápido la rubia corrió hasta la mesa para tomar el mando pero la taiwanesa se apresuró y lo tomó escondiéndolo detrás de su espalda con una mueca traviesa.


─Ah... no da tanto miedo, no te preocupes. ─Murmuró echándose a un lado y palmeando el puesto. ─Ven, siéntate. ─Sana se sentó cautelosa dejando las golosinas sobre la mesa, recostándose en el sofá segundos después. La película volvió luego de los cortes comerciales en la parte más tensa, provocando un ligero temor en la rubia. Tzuyu podía haberle prestado atención, pero ya la había visto un montón de veces y no le apetecía verla ahora.

Sus ojos estaban puestos en la mayor quien miraba la televisión posiblemente asustado hasta los huesos. Cada vez que algún sonido raro provenía de los altavoces la chica saltaba en su lugar y comenzaba a mirar por todas partes. Inquieta. Otro grito la alertó, pero este no venía de la película, sino de la cobarde rubia.

Tzuyu rió para luego quejarse un poco por el apretón de los dedos de Sana en su brazo derecho. La película finalizó y solamente se podían escuchar los ruidos extraños mientras pasaban los largos créditos. ─¿Ya terminó? ─Dijo la rubia escondiendo su rostro en su cuello. ─Por favor, dime que sí.


─Sí, ya terminó. ─Murmuró acariciando su cabello ocultando una sonrisa burlona para unos segundos borrarla al escucharla sollozar. ─¿Por qué estás llorando? ─El llanto aumentaba más y más poniendo a Tzuyu en una complicada situación. Sus brazos la rodearon suavemente mientras la miraba con el pánico viajando por su rostro. Tzuyu dibujó pequeños círculos invisibles en su espalda susurrando su nombre con paciencia.

Sana paró de sollozar y la taiwanesa se tranquilizó. Pero aquello no duró nada, puesto que la tomó de los hombros asustándola. ─¡Incluso cuando me consuelas eres tan tierna! Es increíble. ─Chilló con una sonrisa enorme. Tzuyu gruñó avergonzada propinándole un empujón y se fue directo a la cocina. 


Aunque en medio de su vergüenza, los brazos de la contraria rodearon su cintura y colocó su mentón sobre su hombro. ─Me gusta cuando eres así. ─Sana susurró en su oído tiernamente y tembló alrededor de sus brazos. ─Te amo bebé.

 ─Te amo bebé

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CUTE! ── SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora