Capítulo 3.

633 98 4
                                    

«La parte más triste de la vida no está en el acto de morir, sino en fracasar a la hora de vivir realmente cuando estamos vivos»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«La parte más triste de la vida no está en el acto de morir, sino en fracasar a la hora de vivir realmente cuando estamos vivos»

Robín S. Sharma.

El lugar de la fiesta es enorme. La arquitectura de decoración le da un aspecto como de una historia del siglo XVIII. Enormes columnas griegas se alzan en la entrada hasta tocar el techo. El salón se divide en dos secciones; una cerca de la puerta de entrada donde hay un par de mesas tipo coctel, un bar improvisado en una de las esquinas y una cabina fotográfica. La pista de baile está dividida por una enorme escalera, que da paso a una sala más amplia donde hay un pequeño escenario, parecido al que estaba en la galería, con una banda tocando alguna canción de los noventa.

Los colores cremas de las paredes combinan a la perfección con las decoraciones de Halloween, hay calabazas, esqueletos, fantasmas, zombies y, claro no podía faltar, arañas falsas colgando del techo.

—Genial —siseo para mí misma.

—¿Julieta cree encontrar a Romeo esta noche? —pregunta Red haciendo referencia a mi disfraz.

En la invitación que nos enviaron especificaba que podríamos traer a dos acompañantes, de inmediato pensé en Red porque a ella le encantan este tipo de cosas, no es que a mí no me gusten, pero siento que hay otras actividades mucho más divertidas y entretenidas que una fiesta. Pero claro, soy parte de concurso y por ningún motivo podía faltar y, me encanta Halloween. Mi segunda opción fue Pratt, pero tuvo que quedarse a estudiar.

—Más bien espero que ninguna de esas arañas me caiga en la cabeza —Miro hacia arriba—. Tu qué me dices Alicia ¿Encontrarás al conejo blanco?

Red pasea su mirada por el salón sin ver nada en específico.

—Solo si Pratt lleva puesta la cabeza del conejo —Me da una mirada picara. Y yo suelto una carcajada.

Caminamos entre la gente hasta atravesar las escaleras, tengo que levantar los laterales de mi largo vestido color rosa pálido para evitar que alguien lo pise o bien, que yo lo haga. Supuse que el lugar estaría lleno, pero no pensé que estaría tanto como lo está.

Lo mejor de una fiesta de disfraces es que nadie sabe quién eres, y eso lo hace todo mucho más divertido porque no hay necesidad de preocuparse por lo que haces o dejes de hacer.

—Vamos a bailar —dice Red por encima del ruido de la música. Sabía que no resistiría mucho, a pesar de que tan solo la conozco desde hace poco tiempo se exactamente que nunca se negaría a una propuesta o a una oportunidad de baile.

Blasfemias del amor  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora