Capítulo 29.

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Detective Atrapado: Parte II

Y la gente se quedó en casa, y leyó libros, y escucho, y descanso, e hizo ejercicio, arte, jugo y aprendió nuevas formas de ser, y escucho más profundamente. Algunos se encontraron con sus sombras y, comenzaron a pensar de manera diferente.
Y sanaron. Y en ausencia de personas que Vivían en la ignorancia, peligrosas, sin sentido y sin corazón, la tierra comenzó a sanar.
Y cuando paso el peligro, la gente se unió, lloraron sus pérdidas, tomaron nuevas decisiones, crearon nuevas formas de vivir y sanar la tierra por completo.

Kitty O΄Meara.


Hago una mueca de dolor al notar lo caliente que se encuentra el café que tengo en mis manos, al instante siento un ligero ardor en el interior de mis labios y en la punta de la lengua. Alejo el vaso térmico de mi rostro y miro a Pratt; estoy casi segura de ver un atisbo de sonrisa en su rostro.

No estamos muy lejos de la residencia; donde apenas se escucha el sonido de las hojas al moverse con el viento. Pero, si lo suficiente como para que cientos de sonidos de la ciudad lleguen hasta nosotros.

Para cuando nos detenemos, el cielo esta anegado de tonos cálidos que me producen nostalgia. Recuerdo que cuando era niña solía pasarme todo el atardecer sentada en el patio trasero de mi casa y me quedaba ahí hasta que esa sensación de calidez que te embriaga, se convierte en algo frío cuando cae la noche.

Sin embargo, en estos momentos puede sentirse la tensión entre nosotros; tanto que puedo imaginármela como delgados hilos negros que nos rodean. A pesar de que he intentado entablar conversación con él, no parece estar dispuesto a darme platica por los momentos.

Estamos cerca de un par de quioscos de comida, en una pequeña plaza. Pratt hace ademan indicándome para que me siente en una banca así que hago lo que me indica, en el otro extremo, manteniendo una distancia prudente.

No tengo idea de lo que va a decirme, pero creo que cualquier cosa me vendría bien para intentar entender este escenario en el que estoy parada.

Cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa.

—¿Por dónde quieres que comience?

Me tomó por sorpresa que me preguntara eso, la verdad, esperaba dejar todo a su criterio.

—¿Sabes qué pasó con Marie? —pregunto girando la cabeza para mirarlo; él no hizo lo mismo. Sino que mantiene la mirada en su vaso de café todo el tiempo.

Si —pronuncia con seguridad—. Al menos una parte.

Llega un punto en el que me molesta que nadie quiera decirme la verdad, estoy segura de que Scott sabe más de lo pretende decir. De haber sabido esto, jamás hubiera aceptado hacerme pasar por Marie.

Al demonio con Marie.

Porque sí, lo admito, al escuchar a Scott así me fue imposible negarme. Pero nunca me imaginé que tardaría tanto; apenas me sobra tiempo, si no estoy en la academia o en el trabajo, tengo que estar ensayando esa estúpida obra en la que no quiero participar. He descuidado mis notas en la academia, y eso es algo que no puedo concebir.

—Como sabes, nos conocemos prácticamente de toda la vida. Primero solo fuimos Scott y yo, luego llegaron los demás y Marie fue la última —apoya los antebrazos sobre las piernas al inclinarse hacia adelante—. Sé que Scott la quiso desde que la conoció, se notaba cada vez que la miraba o que hablaba de ella... —sus palabras me caen como cuchillos sobre el estómago—, pero no fue el único, a Hunter también le gustaba, solo que era demasiado recatado como para decírselo de frente. Con el paso de los años se dio cuenta de que, no le serviría de nada seguir siendo así tanto para su sueño de ser actor como para su vida en general.

Blasfemias del amor  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora