Capitulo 20.

343 54 24
                                    

Fija tu rumbo a una estrella y podrás navegar a través de cualquier tormenta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fija tu rumbo a una estrella y podrás navegar a través de cualquier tormenta.

Leonardo Da Vinci.


Solo a mi tía Clare y a Will se les ocurre llevarme a un lugar tan escandaloso como McDonald's para decirme algo así de importante. No me lo tomen a mal, me encanta la comida y el ambiente en general; pero algunos niños se asustaron cuando, sin querer, dejé salir un gritito de alegría.

Y es que, Clare y Will tendrán un bebé dentro de algunos meses. No podrían estar más felices.

Fue imposible no recrear el brillo de felicidad que tenían en los ojos cuando dieron la noticia; tomo una hoja, un lápiz y comienzo haciendo un boceto base para luego dar forma a las facciones de sus rostros. Desde que comencé a dibujar personas, no sé por qué, pero mi parte favorita es dibujar los ojos. Siento que son los que realmente le dan ese ligero toque de vida a los retratos inanimados.

No me demoro mucho tiempo plasmando esa chispa que todo el mundo debería de llevar en su vida, la misma que te hace sentir vivo... Suelto el lápiz de color de golpe y miro a detalle el rostro de Will con una pizca de irritación; ya es demasiado tarde para cambiar con un borrador el color de ojos que, sin ser consciente, utilicé el color pardo en vez de negro para el iris de sus ojos.

Scott Levine.

A ver, Engelyne Luna.

Primero, Scott en estos momentos debe estar en un avión y no lo verás por quien sabe cuántas semanas; Segundo, recuerda que solo finges ser su novia porque eres igual Marie quien sigue desaparecida y; Tercero, ¿¡Qué demonios te pasa!?

No lo sé.

Si lo sabes.

No.

Si.

¡QUE NO!

Oreo ladra a mi lado pidiendo atención, la sostengo entre mis brazos como si de un bebé se tratara y camino hasta sentarme sobre mi cama. Acaricio su cabeza sin poder quitarme del pensamiento esos ojos mieles que se han encargado de torturarme desde hace días.

Por otro lado, Pratt continúa ignorándome, no comprendo que le molesta tanto porque ni siquiera se digna a responderme los mensajes; no se está quedando en su casa sino en la facultad y no sé qué hacer.

—Oreo ¿Dime que puedo hacer? —La sostengo frente a mí, intenta lamer mi rostro, pero la aparto antes que eso suceda—. Tienes suerte de no tener que lidiar con los enredos de la vida —Dejo que se acueste a mi lado. Miro alrededor de mi habitación sin buscar nada en específico; la escultura a medio terminar se eleva sobre mi escritorio y a su lado, se encuentra el libreto de la obra. Se supone que debería de estar estudiando las líneas ya que esta semana son los primeros ensayos.

Blasfemias del amor  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora