Capítulo 14

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Confirmamos lo que todos sabíamos.

Elyan era hermano de Elioth.

Cuando su madre llegó a la casa, supimos desde el principio que Elyan había sido adoptado. La señora de ojos tristes y piel morena avanzó por la casa hasta llevarnos a un pequeño salón. Justo entonces, comenzó a hablar.

La madre de Elyan y Elioth había sido exiliada de Genux y había sido una de las primeras que había logrado llegar a la periferia de la Comunidad Autosustentable.

Después de ser encontrada en uno de los caminos, fue trasladada al a la sala de emergencia en un estado físico deplorable. A pesar de que ella no hablaba, ni gesticulaba, ni interactuaba con alguien más, lograron hacerle pruebas de todo tipo. Pruebas mentales para confirmar si existía alguna barrera que pudiera tratarse; pruebas físicas para verificar que todo estuviera en su lugar; todos y cada uno de los estudios realizados apuntaban a una mujer sana. Incluso más que eso, la madre de Elioth se encontraba embarazada de Elyan.

En la zona baja de su abdomen encontraron un tatuaje diminuto: "E.Stevenson", junto a un corazón aún más pequeño. Sólo la letra S y el pequeño corazón eran de tinta roja. No supieron se trataba del nombre de un primo, un hermano, un hijo o marido; pero decidieron que sería el apellido de su familia hasta que lograran interactuar con ella.

Luego del nacimiento de Elyan, su madre se dejó morir. Dejó de comer, dejó de beber, dejó de hacer todo lo básico e indispensable para su bienestar. Simplemente tarareaba canciones de cuna y le daba de comer a su bebé.

Días antes de morir, como si ya lo supiera, entregó su hijo a su vecina.

Elyan supo desde un primer momento que, a pesar de haber nacido en la Comunidad, la familia con la que se encontraba no era su familia biológica; más bien, adoptiva. Aún así, le bastó con saber que su madre había sido exiliada de Genux.

Justo en ese momento pensé que había sido el momento indicado para conocerlo, ya que con trece años pronto comenzaría a indagar en su historia y sus raíces.
— ¿No tengo papá? —preguntó después de que le contase que tenía un hermano.

Me acomodé en mi asiento y evité mirar a nadie más que no fuera a Elyan. Su madre adoptiva me analizaba como si estuviera a punto de hacerle daño a lo más importante en su vida.

Debatí si debía decirle que su padre estaba desaparecido.
—Hoy ya no está. Su nombre era Salvador.
Elyan se levantó.
—Y mi hermano...
—Elioth —dije.
—Sí. ¿Dónde está?
Volví a acomodarme en mi asiento.
—En algún lugar, espero no lejos de aquí —dije en una risita.
— ¿Lo estás buscando? —indagó.
—Sí.
Silencio.
— ¿Por qué?
Buena pregunta.
—Él es mi familia.

Elyan se limitó a asentir y entonces entendí que tenía que dejarlo en paz. O al menos, dejar que se aplacase el mayor terremoto de su vida.

Después de la hora de cenar, encendí el agua caliente y me quedé bajo la ducha hasta que mis extremidades se arrugaron. Luego me senté en la cama y miré hacia la ventana.

De repente tuve una corazonada, algo así como un deja vú. Deseaba estar en mi casa, subiendo las escaleras de mi cuarto para dormir en el segundo rellano.

Pero no estaba en esa casa. Probablemente mi habitación hubiera sido reducida a cenizas y los rellanos ya no existirían. Así que me puse la bata de retazos de tela sobre el pijama y salí por la ventana.

Mientras caminaba hacia el bosque, oí a Thomas seguirme los pasos.
—Puedo acompañarte, si quieres. No voy a dejarte escapar, no aún —dijo medio riendo y me alcanzó.

Comencé a escalar el árbol más perfecto de todo el límite del bosque. Thomas me siguió hasta un tronco enorme que daba a una pequeña ventana de hojas y ramas. Ambos nos sentamos en troncos diferentes, y al percatarme de lo agitado que se encontraba, no pude evitar comentar:
—Dime que tienes oxígeno en tu bata.
Él meditó con sorna.
—Ja-ja.

La luna estaba perfecta. Hecha un mordisco y color perla. Majestuosa como ninguna a pesar de no estar completa.
— ¿Qué querías decirme? —pregunté luego de un rato.
Wobe me miró extrañado, pero no tanto. Intentaba hacer-como-que estaba sorprendido.
— ¿Qué?
—Vamos, no hemos escalado hasta aquí para que te quedes en silencio.
Lo conocía demasiado. No era el estilo de Thomas, más bien, estaba esperando el momento justo para taladrarme el cerebro con alguna ocurrencia.

—Me atrapaste —dijo haciendo agua sus manos —. Presumo que ya lo intuyes. El hecho de haber encontrado a este niño supone que ahora tienes algo que te ata a este lugar.
Lo pensé. Claro que Thomas me conocía tanto como yo a él.
—Hay demasiado por hacer como para estancarme aquí —me limité a contestar.

En otro momento de mi vida, me hubiera aferrado con uñas y dientes a cualquier hermano perdido que Elioth hubiera podido tener.

Sin embargo, todavía tenía que encontrarlo a él. Y también tenía que sacar a mi familia de Genux, además de intentar salvarme a mí misma en el intento. En realidad, en el fondo sabía que la única razón por la cual me atrevía a dejar a Elyan, era porque obviamente estaba en mejores manos que las mías. No necesitaba mi protección, y aunque intentase con todas mis fuerzas, no tenía la certeza de lograr proporcionársela.
—Voy a intentar averiguar más sobre al aglutinamiento de exiliados en el norte. Quizás allí encontremos algo que valga la pena, incluyendo a tu amigo...
—Sí —pensé —, tengo la sensación de que hay más cosas para saber sobre este lugar, y que vamos a tener que escarbar para conseguir esa información.
—Creo igual —dijo.

Después de varios minutos en silencio, resolvimos sería mejor bajar del árbol. El viento estaba haciendo de las suyas y no queríamos que una tormenta nos atrapase sin camperas y en pijamas.

La helada comenzaba a caer y la sensación era poco agradable.
— ¿Por qué aún quieres ayudarme? —la pregunta salió de mí sin que le diera permiso casi—. Quiero decir, ahora que estamos aquí sé que sabes que puedes seguir por tu cuenta, y que en eso de intentar liberar al pueblo Genux no seré más que un estorbo.
Él se encogió de hombros, al mismo tiempo que lanzaba una risita.
—Estamos bastante solos aquí, Annabeth, no creo que nuestros amigos naturistas me ayuden a poner en marcha una revolución. Somos tú y yo desde el principio, y así será hasta el final. Si encuentro a Elioth antes que tú, entonces me deberás un favor.

Antes de entrar a mi jardín, me permití sonreír.

EXILIADOS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora