8-. A Salvo.

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Jace Harondale se estaba enfrentando a dos batallas importantes el día de hoy: una contra guerreros de la madre de su ex novia, y otra en su cabeza intentando saber cuáles eran los sentimentos que poseía por su ex novia. Y aunque sabía que debía concentrarse en una sola, simplemente no podía. No podía dejar de ver a su ex novia batallando codo a codo con un chico que acababa de conocer y que parecía tener algún tipo de interés en ella.

¿O sólo eran sus celos apareciendo nuevamente?

No, no podían ser celos. Él se sentía culpable, sólo eso, se sentía responsable por todo lo que estaba ocurriendo ahora en la vida de su As... Corrijo, de Astrid. Él no podía usar más la palabra "mi" antes del nombre de la chica para poder definirla. Ya no eran nada. Eran menos que eso. Ella se lo había dejado en claro hace mucho tiempo, no merecía ningún tipo de relación con ella y deseaba que algún día pudiese perdonarlo por todo lo que le había hecho.

Por su parte Astrid estaba disfrutando cada segundo de esta pequeña batalla, como ella la llamaba, porque había tenido unas mucho peores y había salido ilesa. Esta era un juego de niños. Y uno que pensaba ganar a de lugar. En especial si en esta batalla estaba en juego su libertad, su ansiada y preciosa libertad. Después de muchos años sentía esperanza de poder salir, sentía alivio de saber que terminando con los guerreros, ella no volvería a ver a su madre.

—¡Percy abajo!—Gritó fuerte y claro al chico de ojos verdes que obedeció agachandose mientras ella lanzaba una flecha contra el cuello de uno de sus enemigos para atravesarlo y acabar con él. Se acercó al hijo de Posesión y frunció el ceño—. Casi te matan, idiota.

—Pero me salvaste y no pasó nada—Le guiñó un ojo, pero lejos de verse atractivo, le pareció divertido a la castaña, ya que Percy respiraba agitadamente y se veía cansado, sin contar sus numerosas heridas que lo hacían ver un poco menos deseable—

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Pero me salvaste y no pasó nada—Le guiñó un ojo, pero lejos de verse atractivo, le pareció divertido a la castaña, ya que Percy respiraba agitadamente y se veía cansado, sin contar sus numerosas heridas que lo hacían ver un poco menos deseable—. ¿Qué sigue, Cold Girl?

Sigue no morir—Susurra la castaña levantando su pesado vestido de princesa que le incomodaba para cualquier maniobra, era realmente fastidioso tenerlo puesto y no poder hacer nada con él. Miró la espada de Percy y le sonrió maliciosa—. Percy, corta el vestido.

No—Sentenció el azabache frunciendo el ceño en desacuerdo contra la castaña. Él no quería que ella dejara de verse como una princesa de cuento que lo encandilaba en su totalidad. Le gustaba de ésta manera—. Me gusta así, Frost.

—¡¡Cuidado!!—Gritó cierto rubio a lo lejos hacia la pareja que hablaba animadamente en medio de la guerra que estaban provocando, aunque buscó mil maneras de separarlos encontró la peor de todas.

Uno de los tantos guerreros había lanzado su hacha en contra de la bella castaña que estaba distraída mirando a Percy Jackson, y terminó mal herida en el brazo que sangraba y sangraba por la herida ocasionada. Había hecho un buen corte después de todo. No se quejó. Astrid jamás se quejaba a menos que el dolor fuera demasiado extremo y que ella sintiera su cuerpo desfallecer, cosa que no le había pasado nunca. Y ésto sí dolía, pero no era algo que no pudiese soportar. No era algo de que preocuparse aún, no le preocupaba a ella así que ¿qué importaba?

Cross Roads [Percy Jackson].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora