Un ejército se encontraba detrás de la hija de Quíone esperando para poder atacar a cualquiera que decidiera desobedecer. Ya habían acabado con los pocos que realmente eran leales a su madre, Astrid Frost simplemente observó todo con un rostro neutro hasta que ya no quedó ningún guerrero al que vencer. Habían aprisionado a su madre en una jaula de hierro, cada vez que la diosa tocaba los barrotes se quemaba y los guerreros se reían de ella, como si nunca hubiesen estado de parte de la diosa y sus órdenes.
Los semidioses y Shadowhunters se encontraban en otra jaula observando los preparativos de Astrid contra el mundo y los dioses. Contra todo lo que ellos conocían. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que la madre de Astrid contaba con más aliados de los que ellos hubiesen imaginado antes. Su madre no sólo tenía un ejército en Quebec, tenía en todos lados esperando las órdenes para el ataque, órdenes que ahora seguirían por y para Astrid, porque confiaban en la peliblanca con más determinación que su propia madre.
— ¿Cómo van con el resto del plan? — Preguntó Astrid jugando a crear armas y volviendo a convertirlas en nieve. Llevaba haciendo aquello desde hace un tiempo.
— Ya capturaron a Afrodita, Eros ayudó — Avisó uno de los guerreros con sus manos atrás y la cabeza en alto.
Astrid simplemente asintió sin importancia —. ¿La van a traer?
— Viene en camino, mi señora — Respondió el mismo guerrero. Dio un paso adelante y le sonrió de forma lobuna —. ¿Quiere torturarla usted, mi señora?
— No lo vale, simplemente déjenla en una jaula, no quiero dioses interponiéndose en mi conquista — Respondió de manera fría la chica y luego miró a la jaula en la que Piper le gritaba cosas —. También quiero que dejen de gritar esos idiotas. Me están haciendo doler la cabeza.
— Eso se puede arreglar, dé la orden y estarán muertos — Sugirió otro guardia preparando su arma con una sonrisa —. No sabe las ganas que tengo de matar al héroe del Olimpo.
Astrid lo miró unos segundos y por esos mismos segundos Percy pudo ver el cambio en el color sus ojos, pero volvieron a ser del mismo tono blanco, como si él no le importara en lo absoluto. Miró al guerrero y negó con la cabeza sin darle mayor valor a las personas que estaban en la jaula, dando a entender que no eran un peligro para ella, ni para nadie, que podría contra ellos si se lo propusiera. Sus ex amigos estaban escépticos ante el cambio que tuvo la ex castaña en cosa de segundos, dejandoles creer que ellos no le importaban.
— No, quiero que vean de lo que soy capaz — Avisó congelando el arma que el guerrero estaba apuntando a la jaula. Ni siquiera lo había mirado, simplemente adivinó su pensamiento —. La siguiente orden que desobedezcas significará tu muerte, ¿estamos?
El guerrero asintió sin apartar su mirada del arma congelada en sus manos que le quemaba, pero no hubo quejas, sabía perfectamente que sí se quejaba ahora, podría estar muerto en segundos. Aunque a Astrid no le interesaba en lo absoluto matarlo, tenía otros intereses mayores a un guerrero tan simple que quería matar a sus ex aliados, no podía enfocarse en ello. Ella mantenía una batalla interior acerca de lo que estaba bien y lo que estaba mal, pero no estaba actuando racional, había dos personas en su cabeza luchando por el mando
Greg, en medio de la jaula, observaba a su hija pareciendo neutral, pero sabía que en el fondo aún existía aquella niña que creía en la bondad del mundo y que debía pelear contra su madre para pasar una vida en paz. Observó a Percy que tenía a Annabeth abrazada e intentando que su herida no se abriera más, el oso la había dañado, aún así la mirada de Percy estaba sobre Astrid con mil y un emociones en sus ojos, la más visible era el dolor y decepción.
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Cross Roads [Percy Jackson].
ФанфикPercy Jackson siempre creyó que ser semidiós era lo único extraño, y de cierta forma "mágico", que había en el mundo... Bueno, hasta que conoció a los Cazadores de Sombras. ¿Qué pasaría si todas las misiones que han hecho los semidioses trajeran rep...