|Esclava de un VAMPIRO| SUGA | BTS | TERMINADA

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-Hola mamá. - Fueron las primeras palabras que salieron de mi boca al cruzar la puerta de la gran mansión que poseían mis padres.

-Katie! Que grande estás! - Exclamó mi mamá, Liss - No sabía que prepararte, así que en la cocina te he dejado un pastel de fresas.

^Vaya, no sabía que los vampiros poseían una cocina^.

-Vale..., ¿dónde está el baño? - Me sentía incómoda ante la intimidante mirada de Liss, poseía unos ojos rojos oscuros y muy grandes, tez extremadamente pálida, unos pómulos muy marcados y el cabello recogido en una coleta decorado con pétalos de flores rojas.

-En el fondo, a mano izquierda, justo donde... - Se detuvo en seco, respiro hondo, mientras sujetaba mis maletas con fuerza, casi rompiéndolas.

-¿Te ocurre algo? - Pregunté con curiosidad.

-No, estoy bien, ésto de estar embarazada es un poco complicado - Sonrió - Tu hermanito ya está por nacer.

-Liss, llevas 2 semanas de embarazo, ¿y ya me confirmas que va a nacer?.

(...)

Esto de verdad es un infierno, instituto nuevo, la comunidad vampírica, no va a pasar ni 3 segundos y ya seré carne fresca para esos vampíros, al menos Liss me regaló un perfume que suelen usar los humanos cuando vienen de visita para así no ser devorados por los chupasangre.

Aparte no es nada agradable escuchar a tus padres follar todas las noches; si, aunque Liss esté embarazada le importa tres mil hectáreas su embarazo, ella solo quiere follar y follar, mi pobre hermanito nacerá con problemas.

Estábamos a Sábado así que tenía este día y el de mañana para recorrer el lugar, aunque no haya cambiado nada. Caminando, cerca de casa, divisé un pequeño parque, así que me colé para así alejarme un poco de mis padres, que, por cierto, no me agradan. No sé por qué presiento que me hicieron hipnosis, ya que siento dolores de cabeza cada cinco minutos y eso me molesta.

Entré al parque y me senté en una de las pocas bancas que se encontraban en el lugar, un niño se me acercó, tenía los ojos muy azules, pero tenebrosos, me habló en un idioma que ni yo sabía que existía.

No dejaba de hablarme y yo solo asentía con la cabeza; ya que no sabía que mierda me decía. Hasta que el niño se aburrió de hablarme sin tener respuesta alguna y se fue a jugar con sus amigos (que suponía que eran amigos) y volví a quedarme sola.

Sentía que todo estaba yendo bien cuando un señor altísimo, pálido, ojos negros y cabellos grises entra al parque; toda la gente se queda helada, a excepción mía. El hombre mantenía sus brazos cruzados en la espalda mientras caminaba con la frente en alto, sin ni siquiera molestarse en mirar a su entorno. No pude verlo muy bien, mi vista se volvió borrosa, seguía consciente de lo que pasaba, pero cada vez que ese señor se acercaba a mi lugar, no lograba ver casi nada.

-Bienvenida seas, Katie Skyes. Nos volvemos a encontrar luego de 11 años.