Nicole
Después del terrible y desastroso fin de semana, las cosas con Oliver estaban de la siguiente manera:
Yo huía con mucha agilidad de Oliver y él con mucha insistencia seguía tratando de hablar conmigo.
Pero yo no estaba lista o considerando hablar con él y escuchar esa explicación de la que Matteo comentó. No estaba interesada en escuchar mentiras de su parte, había sido una caía libre la que había vivido. La burbuja había explotado y ya no se podía reparar.
Y entonces, el resumen que podía hacer de los últimos cinco días era que yo, Nicole Marie Jones, ignoraba de manera increíble —porque ni yo misma sabía cómo había aguantado tanto— a Oliver y sus intentos fallidos de hablar conmigo.
El chico me esperaba en la entrada cada mañana, mis ojos lo evitaban, siempre enfocaba a alguien más o fingía hablar por teléfono cuando él se me acercaba a paso decidido.
—Hola, Emma —decía, aunque no estaba en ninguna llamada—. No, espérame justo ahí, ya casi llego.
—Nicole, por favor, háblame o escúchame. —pedía él, a pasos de mí.
Sin embargo, yo me mostraba necia a ceder.
—Sí, Emma, no hablaré con él, aunque actúe como un desquiciado. —respondía, Oliver entendía lo que trataba de decirle y paraba su andar.
—De acuerdo, comprendo —alzaba la voz, para que yo escuchara—. Cambiaré de táctica.
Y se perdía por un par de horas para luego buscarme en los cambios de clase, no se rendía o desperdiciaba algún momento para intentar hablarme, me escapaba en las horas del almuerzo para no verlo y lo evitaba a toda costa cuando terminaba la jornada académica.
Oliver White era persistente y un idiota.
Y no podía olvidar que me enviaba pequeñas notas con desconocidos pidiéndome disculpas e invitándome a comer helado.
Repito, Oliver White era persistente y muy, muy idiota.
Si bien sabía por Matt que había una razón lógica y creíble para lo sucedido también sonó bastante tentador hacerlo sufrir, hacerlo luchar por algo que no le daría.
No caería, no hablaría con él.
Esta vez sería diferente.
—¿Qué dices? ¿Hacemos el trabajo hoy en mi casa? —pregunté a Emma, mientras caminábamos por los pasillos.
Teníamos que hacer un trabajo para química y con lo aplicada que era mi amiga, sabía que no lo dejaría para lo último como yo lo haría normalmente, así que como hoy era el día, técnicamente, más relajado de la semana podríamos desvelarnos un poco.
Ya era viernes, era hora de un merecido descanso, además también podía oler el fin de semana y sería bueno pasar tiempo con Emma.
Llegamos a mi casillero y ubiqué mis útiles dentro de él.
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Pequeña promesa © [#1]
Teen Fiction❝Mi corazón es tuyo, rómpelo, destrúyelo, no importa, porque seguirá siendo tuyo. ❞ TERMINADA. Primer libro de la saga Pequeños amores.