Oliver
Tenía muy mala suerte, aunque Lisa me decía que aquello no existía, que tenía que ser positivo, siempre positivo, yo, Oliver Andrew White, tenía pésima, muy mala, suerte.
Porque, claro, tenía que ser en ese preciso momento en que la gravedad no estuviera de nuestro lado, ¡Por Dios! ¿Cuántas posibilidades existían de caerse de un retrete? Debía admitir que yo tenía la culpa por no sostenerla con firmeza, también tenía que agradecer, aunque me molestara, no estarnos besando pues hubiera sido peor la reacción de mi madre, y eso me llevó a recordar el estado de mi rostro y evité su mirada, cubrí mi rostro con una de mis manos como si estuviera avergonzado, escondiendo mis evidentes heridas.
Me levanté del suelo tratando de no quejarme ante la fuerte punzada en mi estómago y le di la espalda, evitándola. Le extendí una mano a Nicole, ella la aceptó poniéndose de pie a mi lado, Nicole sí miraba frente a frente a mi mamá.
Sabía que nos escaneaba a la espera de una respuesta que no estaba muy seguro de darle y al parecer Nicole también se encontraba igual que yo, ¿Qué hacíamos? Una mala opción sería decir «Oh, nada, sólo estábamos a punto de besarnos, ya sabes, ¡lo que hacen los jóvenes en los baños!»
Negativo, NO de los no.
En menos de nada ella se lo diría a mi padre y pronto los Jones se enterarían ¡Y adiós, Oliver Andrew White! Charlie Jones era intimidante y debía reconocerlo y darle méritos por defender y cuidar a sus hijas.
Debía pensar algo que no me sentenciaría a muerte.
Lo que hacía esto peor, era que para mamá yo era su bebé, un bebé de dieciocho años, desde que mi hermana mayor se fue a la Universidad ella había adquirido ese hábito de tratarme siempre como un niño, no era cómodo para mí, pero entendía que mi madre no estaba preparada para dejar ir a sus hijos y ni hablar de cuando mi hermana informó que se casaría y se iría del país.
Mi madre estuvo a punto de inscribirme nuevamente en el jardín de infantes.
Casi.
De acuerdo, estaba exagerando, pero no dudaba de que esa idea se le cruzó por la mente. Mi padre solía salvarme de situaciones vergonzosas con ella y de vez en cuando la hacía entrar en razón con sus sabias palabras.
— ¡Mi amor! Lili, Oliver ya no es un niño —empezaba—. ¿O lo acompañarás a comprar preservativos?
Y mi madre enloquecía de sólo pensarlo, mi padre no era el mejor tranquilizándola.
—Yo, es decir, nosotros... —balbuceó en un vago intento de darle una explicación a la mujer parada en la puerta, al parecer Nicole también pensaba mentirle.
Sabía por su expresión, era claro que en su mente se estaba creando una mentira verdaderamente creíble para mi madre.
—Mamá, nosotros —dije con voz firme, esto era realmente difícil y queriendo desviar la atención de mi progenitora seguí—: Estábamos hablando mientras Nicky me limpiaba los rasguños y... —me giré y levanté mi rostro, observándola, mamá se paralizó al ver mi estado.
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Pequeña promesa © [#1]
Teen Fiction❝Mi corazón es tuyo, rómpelo, destrúyelo, no importa, porque seguirá siendo tuyo. ❞ TERMINADA. Primer libro de la saga Pequeños amores.