Capítulo 58

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Nicole

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Nicole

Las horas que le siguieron a la llegada de los White se sintieron tensas y, podría jurar, que fueron eternas, no era la única que estaba algo afectada por su presencia aquí puesto que a Emma no le agradó ver el rostro de Oliver y el de Ann en su fiesta, pero se mostró cordial cuando Lilianne y Willie White la felicitaron y le dieron un obsequio.

Emma Foster se llevaba de maravilla con los padres, era una de sus tantas cualidades, además, era muy buena fingiendo que no quería tirarle una roca a Oliver en la cabezota.

Por su parte, Oliver y su prima se mantuvieron en silencio, incomodos y alejados de nosotras —Emma y yo éramos las únicas molestas por haberse presentado aquí—, como si no tuvieran otra opción sino estar ahí, con sonrisas amables y hablando solamente con mis padres o con Sophie.

Estuve todo el rato en el porche de la entrada a la cabaña, tomándole fotos a Nova y Emma no dudó en acompañarme, posando también para la cámara, hasta que un auto viejo y ruidoso apareció en nuestra visión y se acercaba, increíblemente, a toda velocidad.

Ambas reconocimos al instante de quien —o quienes— se trataba.

Matteo, Caleb, Loyce y Dylan llegaron ha eso de las tres de la tarde, todos salieron del escarabajo del rubio con gorritos de fiesta puestos en sus cabezas. Mi mejor amiga se puso feliz al ver a su novio, así que se puso de pie y saltó encima de Caleb, enredando sus piernas alrededor de la cadera del chico.

Caleb la recibió gustoso.

—¡Te extrañé tantoooo! —gritó Emma, dejando marcas de besos rosas, gracias a su labial, en todo el rostro de Baker.

Loyce y Dylan me saludaron apenas con una sonrisa en los labios, entrando directamente a dejar sus cosas a la cabaña, Matteo se acercó a mí, revolviendo mi cabello como siempre lo hacía y luego empezó a buscar a alguien con la mirada, sin dejar de examinar mi rostro, en pista de alguna emoción en él.

Frunció el ceño y dejó su mochila en el suelo antes de decir:

—¿Oliver está aquí? —pregunté muy interesado, eso me resultó sospechoso y más por el hecho de que estuviera preguntándome directamente a mí.

Eso no me agradó para nada y no pude evitar que mi imaginación creara escenarios fatalistas de Matteo Wood ejecutando uno de sus estúpidos planes de ayudante de Cupido.

Me crucé de brazos y lo miré entrecerrando los ojos.

—¿No deberías preguntarme por Sophie en lugar de Oliver? —inquirí, viendo esa sonrisa traviesa en sus labios.

No quería crear ideas o historias por el motivo de su gesto, pero lastimosamente lo hice.

Matteo Wood estaba haciendo una de sus jugarretas y comprobé que Oliver muy bien pudo no haberse aparecido por aquí y el castaño frente a mí evitó que eso pasara.

Pequeña promesa © [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora