Nicole
—¡¿Qué hiciste qué?! —exclamé, sorprendida, Dylan me tapó la boca con su mano, abriendo ampliamente sus ojos claros.
Seguí gesticulando palabras bajo su palma, me encontraba completamente impresionada e incrédula con lo que él acababa de decirme, cerró mi casillero, sujetándome con brazo mientras nos llevaba lejos del mar de estudiantes que había escuchado mi grito.
Apreté con cuidado la caja llena de pastelillos que tenía planeado entregarle a Emma por su cumpleaños, además de un detalle extra que traía en mi mochila.
Al estar en un rincón del pasillo, Dylan susurró:
—No es para tanto.
Retiró su mano de mi boca, permitiéndome hablar.
—¡¿Qué no es para tanto?! —grité entre murmullos.
Él se cruzó de brazos, con expresión irritada, apostaba que mi cara le mostraba lo terrible que pensaba que era lo que había hecho.
—Solo fue una broma inofensiva —explicó, restándole importancia—. Y él se lo merecía, tú lo sabes. —siguió mascullando.
Negué con la cabeza, contrariada.
—¡La policía podría arrestarte por eso, Dylan! —bramé, preocupada.
Él rodó los ojos al escucharme, seguramente exageraba.
—¿Por qué me arrestarían? —preguntó—. Usé pintura lavable.
Eché algunos mechones rebeldes fuera de mi cara y me apoyé en una de las columnas, tratando de relajarme con Dylan mirándome divertido, viendo su expresión satisfecha y muy orgullosa de lo que me contaba, me fue imposible no sonreírle.
—Estás loco. —opiné, riéndome.
—Debiste ver su cara —dijo, sus ojos brillaron recordando ese momento—. Su auto se veía muy lindo de rosa.
Seguía sorprendida, Dylan había aprovechado muy bien el permiso que había conseguido diciendo que se encontraba enfermo el día de ayer, debí saber que no se quedaría sin hacer algo como eso y más con ayuda de las habilidades en química que tiene cierta rubia.
—Aun no puedo creer que hayas ido hasta su casa solo para pintar su auto de rosa —expuse, pensativa—. ¿Qué más le hiciste, Dylan?
Él frunció los labios y se encogió de hombros.
—Tal vez puse tinte azul en su piscina —confesó, sin dejar de sonreír—. Repito, se lo merecía, él ayudó a Kim por diversión, ¿Qué clase de persona hace eso?
Suspiré, imaginándome a Frank salir de su piscina con la piel completamente azul.
—La clase de persona que debe tener un auto rosa y ser pariente lejano de un pitufo —respondí—. Pero, en serio, no quiero que vayas a tener problemas por haberle hecho eso Frank, él es vengativo y eso ya quedó clarísimo.
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Pequeña promesa © [#1]
Teen Fiction❝Mi corazón es tuyo, rómpelo, destrúyelo, no importa, porque seguirá siendo tuyo. ❞ TERMINADA. Primer libro de la saga Pequeños amores.