IV

547 76 5
                                    

Choi Minho salía de ducharse, con una toalla amarrada a su cintura y dejando su bien trabajado torso al descubierto. Se quedó viendo su reflejo en uno de los enormes espejos que adornaban su habitación. Gotas de agua caían de su pelo negro, tenía una expresión en sus ojos que no denotaba absolutamente nada. Su mirada estaba vacía y carecía de vida.

Era un joven exitoso y muy reconocido en todo Corea. A su edad de 26 años, ya había conseguido hacerse de una gran fama y de una fortuna millonaria, que muchos otros solo podían soñar. Era dueño y jefe de una empresa constructora, que sus padres le habían dejado al fallecer.

Pero también era conocido por ser el líder de una organización mafiosa muy peligrosa, conocida y temida no solo en Corea, si no que también a nivel internacional. Tenía contacto con la mafia rusa, china, italiana y también con carteles narcotraficantes en América Latina. Tenía una enorme red de contactos y utilizaba su empresa como fachada, para encubrir todos los negocios ilícitos que hacía. Pero nadie sospechaba que el joven empresario, Choi Minho, estaba involucrado en esa clase de negocios.

A los ojos de los demás, él era un apuesto hombre, que había quedado huérfano cuando solo tenía 10 años. Sus padres habían fallecido de una manera extraña, y nunca se supo quién los mató. Era el soltero más jodidamente caliente y codiciado tanto por hombres como por mujeres, pero él no tenía planes de sentar cabeza y mucho menos de enamorarse.

En su cama nunca pasaba la misma persona dos veces. Él solo los usaba para saciar su deseo sexual y luego los desechaba. Nadie se resistía a sus encantos y a su belleza. Era todo un rompe corazones.

Caminó hasta su armario y en el trayecto, vio tirado un bóxer rojo junto al suyo. Por el rabillo del ojo, vio al chico removerse en su enorme cama. Recogió la prenda roja y se acercó a la cama, justo cuando el muchacho despertaba de su sueño.

—Vístete y vete.—Le ordenó el alto con un tono frío y aventándole su ropa interior en el proceso.

El chico abrió los ojos sorprendido y la furia invadió su cuerpo. Se levantó de la cama, se puso toda su ropa, sintiéndose herido por la actitud del mayor.

—Que te jodan, imbécil. —Dijo el tipo cuando pasaba como un rayo al lado de Minho.

—Eso ya te lo hice yo.—Respondió con una sonrisa burlona el mayor.

El chico salió de la habitación y de la enorme mansión con un fuerte portazo, que resonó por todos lados. Minho solo bufó, aburrido y se adentró en su closet. Tenía trabajo por delante y no tenía el tiempo, ni las ganas de lidiar con un mocoso inmaduro.

Salió de su casa en su Lamborghini, tenía una junta importante y no podía llegar tarde. En el camino a la constructora recibió una llamada de su mejor amigo y mano derecha en todos sus negocios.

—Más vale que vengas en camino, bastardo. El nuevo cliente está a punto de llegar. —Dijo la voz del otro lado de la línea.

—Tranquilo Onew. Llegaré a tiempo para recibir al cliente. —Dijo el peli negro, esbozando una media sonrisa. Sabía que a Onew no le gustaba que fuera impuntual.

—Más te vale que así sea. —Y cortó la llamada.

Lee Jinki, mejor conocido como Onew, ha sido amigo de Minho desde su infancia. Sus familias eran muy cercanas y ambos compartían un gran lazo de amistad, más que eso, sentían que eran hermanos. Siempre se apoyaron mutuamente y mucho más desde la muerte de los padres del alto.

Onew fue un gran apoyo para Minho. Le ayudó a sobrellevar su dolor y el luto por sus padres. Eran incondicionales el uno para el otro. Eran socios en la constructora y también en la mafia. Onew era de las pocas personas en las que Minho confiaba.

A Little Bit of Love... {2Min}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora