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Taemin y Minho estaban perdidos en la mirada del otro. Heechul los observó todo el tiempo, al igual que Jonghyun, y ambos chicos cruzaron miradas sin entender muy bien qué estaba pasando.

Jonghyun en realidad no pensó que el gran Choi se acercaría al pequeño Taemin, grande fue su sorpresa verlo levantarse y caminar decidido hasta el pelirrubio.

Minho vio tantas cosas en los hermosos ojos cafés del menor, que eso solo incrementó sus ansias por saber más de él. No sabía por qué necesitaba conocerlo y ciertamente no se quedaría con las dudas.

Taemin no sabía cómo sentirse en realidad. La penetrante mirada del alto lo desconcertaba. Algo se removió en su interior y eso de cierta manera lo asustó. Hacía muchos años que había dejado de sentir, con la muerte de su madre enterró lo poco que quedaba de él.

Ninguno sabía cómo seguir, no podían dejar de mirarse. Eran como un imán para el otro. Heechul estaba comenzando a aburrirse del par, así que decidió romper el hielo por sí mismo.

—¿Van a estar solo mirándose toda la noche? —Preguntó Heechul bufando aburrido.

Ambos chicos volvieron a la realidad con la pregunta y voltearon a ver a Heechul, quien solo tomaba de su trago despreocupado y sonriendo maliciosamente por lo que acababa de hacer.

Minho sonrió seductor, mientras que Taemin endureció su expresión. No sabía qué carajos había sido eso con el alto, pero tenía que pararlo antes que fuera tarde.

Sin pensarlo dos veces, se levantó y se fue de la barra, con dirección a la salida del bar. Iba a irse a casa. Ya había tenido suficiente por esa noche. Ya mañana le diría al jefe que no se sentía bien.

Heechul se quedó sorprendido por los actos del menor. Nunca lo había visto afectado por otra persona. Prácticamente salió huyendo del lugar.

Minho observó a Taemin hasta que este salió por la puerta y se perdía en la oscuridad de la noche. Vio sus estilizadas piernas al caminar y eso hizo que un deseo por tenerlo y hacerlo suyo naciera. Ciertamente el pequeño lo había intrigado y no pararía hasta tenerlo para él. A su merced. Satisfaciendo todos sus deseos. Y quizás también podría tener su corazón.

Sonrió para si mismo, se volteó a Heechul y le sonrió, acto que imitó el otro. Luego se dio la vuelta y volvió a su asiento en la barra. Pidió otro whisky, dispuesto a esperar a su amigo.

Taemin iba caminando por las calles de Gangnam. Era una noche fría y solitaria. Caminó hasta llegar a su casa. Una enorme casa de dos pisos. Se la había comprado con todo el dinero que ganaba como chico de compañía.

Era una casa muy bonita y que él estaba seguro que a su madre le hubiera encantado. Estaba pintada de blanco, lo que hacía que la estancia luciera más iluminada. Tenía una enorme cocina la cual usaba seguido, ya que le gustaba mucho cocinar. La sala era amplia al igual que el comedor. Tenía un amplio despacho, en el cual tenía una cantidad importante de libros. Le gustaba mucho leer. Estaba todo decorado en tonos cafés y azules, que contrastaban con el blanco de las paredes.

La casa tenía un enorme jardín al frente y también en la parte trasera, en la cual había una enorme piscina climatizada. Había un espacioso garage dónde Taemin guardaba un par de autos que unos de sus clientes le habían regalado.

En el segundo piso, estaban las habitaciones. La de él era la única habitación diferente y que tenía una terraza que daba al patio trasero. Su habitación estaba decorada en tonalidades rojas y blancas, con toques de negro.

A Little Bit of Love... {2Min}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora