XIX

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Como ya era su costumbre, Soo Man se encontraba en su oficina, contando todas las ganancias del día, para luego guardarlas en su caja fuerte y poder irse a casa. El hombre estaba tan concentrado en contar cada maldito billete que ni cuenta se había dado que todos y cada uno de los guardias del Ace habían sido derribados, mucho menos esperaba lo que iba a suceder.

Cuando finalizó de contar, se levantó de su escritorio y caminó hasta una enorme pintura que tenía colgada a un costado de su oficina, tomó dicha pintura de una esquina y la abrió, dejando a la vista su caja fuerte. Procedió a ingresar la clave de seguridad y la abrió, revelando en su interior muchísimos fajos de billetes, la mayoría dólares y euros. El viejo solo aceptaba que le pagaran en esas monedas, las cuales valían mucho más que otras. Él era astuto y gracias a eso y a sus múltiples negocios, ilícitos, por supuesto, era que había amasado la enorme fortuna que poseía, lástima que ya se estaba volviendo viejo y un poco despistado, tanto que no sintió los pasos que se acercaban hasta donde él estaba.

La puerta de su oficina fue abierta con fuerza, ocasionando que los billetes en sus manos cayeran al piso por el susto que se llevó. Se giró rápidamente, dejando su caja abierta, todo el color se drenó totalmente de su cara al ver a Choi Minho y sus secuaces en su oficina. Por experiencia, Soo Man sabía que esa visita sorpresa no le traería nada bueno.

—Minho, qué grata sorpresa. No sabía que vendrías. —La voz y el semblante del hombre expelían miedo puro. —¿Qué puedo hacer por ti?

La fría y oscura mirada de Minho se posó sobre él, ocasionándole escalofríos. Minho dio dos pasos hacia él, mientras que los otros 2 se ponían a sus costados, impidiéndole cualquier vía de escape. Soo Man comenzó a sospechar que quizás el alto había descubierto lo que le había mandado a hacer a Taemin, y si era así él podría considerarse hombre muerto.

—Tú nos acompañarás a dar un paseo. —La voz del líder sonaba baja y amenazadora. — Y ni se te ocurra hacer una tontería porque te mato aquí mismo. —Minho había visto la intención del viejo de sacar el arma que traía en su pantalón. —Siwon, desármalo. —Ordenó al otro hombre, quien rápidamente despojó de su arma al viejo, entregándosela al pelinegro. —Camina. —Agarró a Soo Man por el brazo, dejándolo sin ninguna opción más que obedecer.

—Mis guardias preguntarán que a dónde me dirijo, ¿Qué debo responder? —El hombrecito se creía tan astuto que hizo reír al pelinegro.

—Tus guardias no fueron ni serán un problema, viejo. —Una sonrisa torcida adornó el rostro del Choi cuando vio la cara de asombro de Soo Man al ver a todos sus guardias caídos.

¡Infiernos! Él estaba muy jodido y estaba seguro que nadie lo libraría de su destino próximo.

Lo condujeron hasta una camioneta, lo metieron en los asientos traseros, sentándolo en medio de Chanyeol y Siwon. Onew era el conductor y Minho iba de copiloto. El vehículo arrancó y comenzó su marcha. Todo iba sumido en un completo silencio, todos iban en total calma a excepción de uno, que con cada kilómetro recorrido sentía que el miedo crecía en su interior.

Cuando salieron de la cuidad y tomaron un camino abandonado, Soo Man supo hacia donde se dirigían. El hombre sudaba a chorros del miedo, estaba tratando de controlar los leves temblores de su cuerpo por el temor y la incertidumbre de lo que pasaría cuando llegaran a aquella casa abandonada.

—Supongo que reconoces el sitio. —Minho le habló cuando pudieron ver la casa a lo lejos. El corazón de Soo Man latía desbocado. —Es dónde enviaste a Taemin a recibir la paliza de su vida. —Fue ahí cuando sus sospechas se confirmaron: Choi Minho sabía que él había sido el que ordenó golpear a Taemin. Definitivamente él estaba jodido.

A Little Bit of Love... {2Min}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora