Capítulo 11

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A la mañana siguiente, cuando entro en la sala de entrenamiento arrastrando los pies y bostezando, veo un enorme blanco en un extremo de la sala y, al lado de la puerta, una mesa cubierta de cuchillos. Otra vez tiro al blanco. Al menos no dolerá.

Dak-Ho está en el centro del cuarto, tan tieso como si le hubieran cambiado la columna vertebral por una barra metálica. Verlo hace que me ponga tenso. Al menos cuando estaba apoyado en la pared era posible fingir que no estaba allí; claramente eso no se puede ahora.

— Mañana será el último día de la primera etapa. — dice — Entonces volverán a luchar. Hoy aprenderán a apuntar. Que todo el mundo elija tres cuchillos. — ordena, con una voz más profunda de lo normal — Y presten atención a la demostración que les hará V de la técnica correcta para lanzarlos.

Al principio, nadie se mueve.

—¡Ya!

Salimos corriendo por los puñales. No son tan pesados como las pistolas, aunque resulta raro sujetarlos, como si fuera algo prohibido.

— Hoy está de mal humor —susurra Jimin.

— ¿Y cuándo está de buen humor? — inquiero también murmurando.

Sin embargo, entiendo a qué se refiere. A juzgar por la mirada venenosa que le echa a V cuando este no presta atención, haber perdido anoche debe de preocupar a Dak-Ho más de lo que da a entender. Ganar en la captura de la bandera es cuestión de orgullo, y el orgullo es muy importante en Osadía, más que la razón o el sentido común.

Observo el brazo de V cuando lanza el cuchillo. En su siguiente lanzamiento, examino su postura. Siempre acierta en el blanco y suelta el aire cuando suelta el puñal.

— ¡En fila! — ordena Eric.

"Las prisas no ayudan", pienso. Tengo que considerar esto un ejercicio mental, no físico, así que me paso los minutos siguientes practicando sin el cuchillo, encontrando la postura correcta y aprendiendo el movimiento correcto del brazo.

Dak-Ho da vueltas detrás de nosotros, demasiado deprisa.

— ¡Creo que el estirado se ha llevado demasiados golpes en la cabeza! —comenta Yong-Ul, que está unas cuantas personas más allá— ¡Oye, estirado!, ¿Se te ha olvidado lo que es un cuchillo?

Sin hacerle caso, practico de nuevo el tiro con el cuchillo en la mano, aunque sin lanzarlo. Intento no prestar atención al entorno y lanzo el cuchillo. Da vueltas en el aire y golpea la tabla. La hoja no se clava, pero soy la primera persona que acierta en el blanco.

Esbozo una sonrisa de suficiencia cuando Yong-Ul falla otra vez, no puedo contenerme.

— Oye Yong-Ul, ¿se te ha olvidado lo que es un blanco? — le digo.

Jimin, que está a mi lado, suelta una carcajada, y su siguiente lanzamiento da en la tabla.

Media hora después, Seung es el único iniciado que todavía no le ha dado al blanco. Sus cuchillos caen al suelo o rebotan en la pared. Mientras los demás nos acercamos a la tabla para recoger las armas, él va buscando las suyas por el suelo.

La siguiente vez que lo intenta y falla, Dak-Ho se acerca a él y pregunta:

— ¿Cómo se puede ser tan lento, veraz? ¿Es que necesitas gafas? ¿Tengo que acercarte más el blanco? Ni el cordial ha tardado tanto.

Seung se pone rojo, lanza otro cuchillo y esta vez, vuela casi un metro a la derecha de la tabla, da un par de vueltas y golpea la pared.

— ¿Qué ha sido eso, iniciado? — pregunta Dak-Ho en voz baja, acercándose más a Seung.

Facción antes que Sangre - VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora