Capítulo 23

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— Uno de los iniciados. — comenta alguien detrás de mí — ¿Qué ha pasado?

— Lo mismo que pasa todos los años. — responde otro — Se ha tirado por el borde.

Sacan el cadáver del agua y lo veo: Maltrecho, herido y sangrando. Hinchado y con los labios tenuemente morados. Si sus ojos antes estaban vacíos, ahora no tienen ni rastro de luz de vida en ellos. Alguien se agacha a su lado y le cierra los ojos. Intenta que parezca que duerme, supongo.

Qué estupidez, ¿por qué la gente finge que la muerte es como dormir? No lo es, después de dormir te despiertas. No despiertas de la muerte.

Me invaden los recuerdos que tengo de Bon, ninguno agradable a decir verdad. Es sólo un pobre chico que por no tener independencia ni identidad acabó así. Perdón, era.

Eso es la muerte, cambiar de 'es' a 'era'.

Respiro con dificultad. Alguien ha traído una enorme bolsa negra para meter el cadáver. Me levanto y todos mis amigos me miran, están igual de consternados. Creo que presenciar un suicidio no te ha dejar con sonrisas de oreja a oreja en la cara. Corro sin rumbo alguno, milagrosamente nadie me sigue.


— Toma — me dice G-Dragon, dándome una taza humeante que huele a menta.

La sostengo con ambas manos y el calor hace que me piquen los dedos. Se sienta frente a mí. En cuestión de funerales, en Osadía no se pierde el tiempo.

G-Dragon me contó que prefieren hacer frente a la muerte en cuanto se produce. Aquí en el estudio de tatuajes no hay nadie, pero el Pozo está abarrotado de miembros, casi todos borrachos. No sé de qué me sorprendo.

En casa, los funerales son eventos lúgubres, todos se reúnen para dar su apoyo a la familia del fallecido y nadie está desocupado, no hay risas, ni gritos, ni bromas. Y en Abnegación no se bebe alcohol, así que todos están sobrios. Tiene sentido que los funerales aquí sean justo lo contrario.

— Bébelo — me dice — Te sentirás mejor, presenciar un suicidio no le hace gracia a nadie.

— No creo que me haga gracia con infusión — respondo despacio, pero me la bebo de todos modos.

Me calienta de tal manera que me da comodidad, no sabía que tenía frío hasta que me tomé eso.

— He dicho "mejor", no "bien" — me corrige él, sonriendo, aunque ésta vez no se le hace la sonrisa de los ojos, usualmente la tiene siempre — Sé que no era precisamente un ángel contigo pero aún así te da pena, lo sé.

— ¿Cuánto tardaste en... en volver a estar bien después de que tu hermano...?

— No lo sé. — responde, sacudiendo la cabeza — Algunos días es como si siguiera sin estar bien. Otros, me siento satisfecho, incluso feliz. Tardé unos cuantos años en dejar de planear la venganza, eso sí.

— ¿Por qué lo dejaste?

Observa con la mirada perdida la pared que tengo detrás. Se da unos golpecitos con los dedos en la pierna durante unos segundos y responde:

— No creo que lo haya dejado, exactamente. Es más que... espero mi oportunidad.

Sale de su aturdimiento y mira su reloj.

— Hora de irse — anuncia.

Echo el resto de la infusión en el lavadero. Tiene razón, me da pena y no entiendo porqué. Hasta quise evitar que se matara pero no lo logré.

Sigo a G-Dragon al exterior del estudio y bajamos hasta el fondo del Pozo. Todas las personas que andan por ahí dan vueltas y el aire huele mucho a alcohol. La mujer que tengo delante pierde el equilibrio y choca con otro hombre de al lado. G-Dragon me agarra del brazo y me aleja.

Facción antes que Sangre - VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora