Capítulo 30

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Los truenos rugen sobre mi cabeza y grito cuando una llama me toca las puntas de los dedos y hace que el dolor me grite por la piel. Echo la cabeza atrás y me concentro en las nubes que se agrupan en el cielo, cargadas de lluvia. Un relámpago lo ilumina todo y noto la primera gota en la frente.

"¡Más deprisa joder!"

La primera gota me cae en la nariz y una segunda me da en el hombro, es tan grande que parece hecha de hielo o de roca, en vez de agua.

Una manta de lluvia me rodea, y oigo el fuego chisporrotear por encima de la risa.

Sonrío aliviado, cuando la lluvia apaga las llamas y me alivia las quemaduras de las manos. Las cuerdas caen y me paso las manos por el pelo.

Ojalá fuese como Taehyung, que solo tuvo que enfrentarse a cinco miedos, pero yo no soy tan bueno.

Me aliso la camiseta y cuando levanto la mirada, estoy en mi dormitorio de mi casa en Abnegación. Nunca antes había visto este miedo. Las luces están apagadas, pero la habitación se ilumina gracias a la luz de luna que entra por las ventanas. Una de las paredes está cubierta por un espejo y lo veo desconcertado. Esto no está bien, no se permiten los espejos.

Miro la imagen del espejo: tengo los ojos muy abiertos, las sábanas grises de la cama están bien tirantes, la cómoda con mi ropa, la estantería, las paredes...

Miro la ventana que tengo detrás.

Y el hombre que está al otro lado.

Noto que el frío me baja por la espalda y me pongo rígido. Lo reconozco, es el hombre de la prueba de aptitud. Va de negro y está quieto como una estatua. Parpadeo, y otros dos hombres aparecen a sus lados, igual de inmóviles, aunque sus caras no tienen rasgos, no son más que cráneos cubiertos de piel.

Doy vuelta rápidamente y veo que están en mi dormitorio. Retrocedo hasta estar pegado al espejo.

Durante un instante, la habitación queda en silencio, hasta que los puños golpean la ventana, no solo dos, cuatro o seis, sino docenas de puños estrellándose contra el cristal. El ruido es tan fuerte que noto la vibración en las costillas; entonces, el hombre de la prueba y sus dos compañeros comienzan a acercarse cautelosos.

Han venido por mí, como Yong-Ul, Neul y Bon, a matarme. Lo sé.

Simulación, esto es una simulación. Con el corazón a punto de reventar, aprieto la palma de la mano contra el espejo que tengo detrás y lo deslizo hacia la izquierda, ya que no es un espejo, sino la puerta de un armario.

Me digo dónde estará el arma: colgada de la pared de la derecha, a pocos centímetros de mi mano. No le quito los ojos de encima al hombre de la cicatriz, pero localizo la pistola con la punta de los dedos y la agarro.

Me muerdo el labio y disparo al de la prueba. No espero a ver si le da la bala, sino que apunto a los hombres sin rostro uno a uno, lo más deprisa que puedo. Me empujo la mejilla con la lengua y, aunque se detienen los golpes, oigo un chirrido y los puños se convierten en manos con dedos doblados que arañan el cristal intentando entrar. El cristal cruje por la presión de las manos, se agrieta y se hace pedazos.

Grito.

No me quedan suficientes balas en la pistola.

Cuerpos humanos destrozados con brazos torcidos en ángulos extraños, bocas demasiado abiertas, dientes afilados y cuencas de ojos vacías entran en mi dormitorio, unos detrás de otros, se ponen en pie como pueden y se acercan a mí. Me meto en el armario y cierro la puerta. Necesito una solución. Me hago un ovillo y me llevo la pistola a la cabeza.

Facción antes que Sangre - VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora