Capítulo 16

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Subo detrás de Lisa y Jennie; me recuerda a cuando subí por la noria con V pegado a mis talones. Recuerdo cuando me detuvo la cadera para que no me cayese, y casi me resbalo en la escalera.

Me muerdo el labio, llego arriba y me encuentro en el tejado. El viento sopla con fuerza descomunal. Tengo que apoyarme en Lisa para no caer por el borde. Miro con detenimiento la ciudad y noto que es un lugar muerto y con unos límites que desconozco.

Jennie señala algo: unido a los postes de lo alto de la torre hay un cable de acero severamente grueso. En el suelo hay una pila de eslingas con tela gruesa, lo bastante grandes para cargar a alguien. Chang agarra una y la engancha a una polea que cuelga del cable de acero.

Recorro el cable con la mirada y veo que pasa por encima de los edificios y sigue por Olympic-Ro. No sé dónde acaba,  pero lo averiguaré.

Vamos a deslizarnos por un cable de acero en una eslinga negra colgada a trescientos metros de altura.

— Dios mío — dice Lisa.

Solo puedo asentir con la cabeza.

Jennie es la primera que se sube a la eslinga. Se mete boca abajo hasta apoyar casi todo su cuerpo en la tela negra, y Chang le pasa una correa por los hombros, la parte baja de la espalda y la parte superior de los muslos. Tira la eslinga, con ella dentro, la lleva hasta el borde del edificio y cuenta hasta cinco. Jennie levanta el pulgar y él la empuja hacia la nada.

Lisa ahoga un grito cuando Jennie sale lanzada hacia el suelo en un ángulo muy pronunciado, de cabeza. Me abro paso para ver mejor y compruebo que, por lo que parece, la chica está bien sujeta; no tarda mucho en alejarse y convertirse en un punto negro sobre Olympic-Ro.

Los miembros gritan, levantan los puños y se ponen en fila, apartándose entre sí para el mejor puesto. No sé cómo lo hago, pero me convierto en el primer iniciado de la fila, justo delante de Lisa. Solo hay siete personas entre la polea y yo.

Una parte de mí desearía no tener tanta gente delante. Es una extraña mezcla de terror e impaciencia, una sensación que no había experimentado hasta ahora.

Ninguno de los miembros parece asustado, actúan como si lo hubieran hecho mil veces. Sin embargo, la mayoría de los iniciados están preocupados, aunque hablen animadamente entre ellos. ¿Qué pasa entre la iniciación y la entrada a la facción que transforma el pánico en placer? ¿O es que aprenden a disimular mejor el miedo?

Ya han pasado casi todos los que tenía en frente. Después me toca.

Me estremezco cuando Chang cuelga mi eslinga del cable. Intento meterme, pero me cuesta, me tiemblan demasiado las manos.

— No te preocupes — me dice Chang al oído; me toma del brazo y me ayuda a entrar, boca abajo.

Noto que me aprieta las correas en torno a la cintura y que me desliza hacia delante. Me quedo mirando las vigas de acero del edificio y las ventanas negras desde aquí hasta la maltrecha acera. Soy estúpido por hacer esto, y soy estúpido por disfrutar tanto de la sensación de mi corazón latiendo como loco y del sudor de las palmas de mis manos.

— ¿Listo, estirado? — pregunta Chang, dándome una sonrisita — Debo decir que estoy impresionado de que no estés ya gritando y llorando.

— Te lo dije — comenta Lisa —, es un completo osado. Ahora, dale ya.

— Cuidado cuñadita, que a lo mejor no te aprieto bien las correas — dice Chang, y se da un golpe en la rodilla — Y entonces, ¡plof!

— Sí, sí — responde Lisa —, para que Jennie te tire de la azotea cuando vuelva.

Facción antes que Sangre - VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora