- Despierta. – la voz de Seth sonó dulce.
Abrí los ojos lentamente, y le encontré en la cama, perfectamente vestido y con el pelo húmedo, tumbado sobre la colcha, con las manos detrás de la cabeza. Mirándome con una expresión relajada.
- ¿He dormido mucho? – murmuré cerrando los ojos de nuevo.
Aquella imagen de nosotros, tan despreocupados durmiendo en la misma cama y amaneciendo juntos, picaba demasiado dentro del pecho.
- Media mañana. – dijo apartando el pelo de mi cara en un toque casual. Abrí los ojos para ver su labio inferior entre sus dientes. Luego volví a mirar sus ojos que atraparon los míos.
- ¡Buenos días! – Aín entró en la habitación haciendo un estruendo. - ¡Oh! – exclamó. – Lo siento.
Me levanté de la cama con pesar, y me dirigí al baño sin decir nada más. Lavé mi cara con mis manos. Desaté la venda para corroborar que la mancha negra seguía justo como la dejé, luego arremangué la manga de la blusa para ver un cangrejo en la zona exterior del brazo, además del tentáculo y la serpiente. Me sequé con una toalla oscura que colgaba de la puerta, até mi mano y tapé mi brazo de nuevo antes de salir.
Seth seguía en la cama, mirando mis piernas que había olvidado llevaba desnudas. Frené el movimiento en un primer momento escuchando el sonido raspado que hizo su garganta. Me moví incomoda, pero él siguió a lo suyo, así que opté por agarrar rápidamente mis pantalones y ponérmelos. Incluso tapada por la mezclilla, me sentía demasiado expuesta. Me senté de espaldas a él, en la cama, y até las botas.
Cuando me levanté, él ya estaba de pie delante de mí.
- Vamos. – murmuró con su humor cambiante.
Salimos a la cabina principal donde Aín y Ioh nos esperaban. Los dos sentados, uno en la silla y el otro en el respaldo del sillón, comiendo pan y bebiendo leche.
- ¿Qué tal es dormir en una cama? – dijo ella levantando un trozo de pan para que lo cogiera. Seth me rodeó y se sentó en el trono de capitán.- Diferente. – murmuré cuando cogí el pan y me apoyé en la mesa.
- Zarpamos en una hora. – murmuró Seth sin mirarme.
- ¿Vas a irte? – dijo la chica mirándome. Asentí partiendo el pan en mis manos. Escuché como el chico gruñía.
- ¿Le amas? – la pregunta de Seth me tomó completamente por sorpresa. Aín se llevó un trozo de pan a la boca y apoyó su barbilla en sus rodillas como si estuviera viendo un espectáculo.
- ¿De qué estás hablando? – dije mirándole por encima del hombro.
- Le miraste a los ojos. – volví la atención al pan en mis manos mientras intenté, con todas mis fuerzas, no bufar.
- ¿Aun seguís con eso? – bufó la chica por mí.
- ¿Has ido a verle con regularidad? – siguió él.
- Desde que regresé, sí. – dije aun de espaldas con cautela.
- Parece que te preocupa mucho cómo esté. - dijo apretando sus manos en la mesa - ¿Vuelves por él?
- Supongo. – murmuré indecisa.
- ¿Les has perdonando a ellos y a mí no? – dijo ahora levantándose de la mesa y plantándose delante de mí.
- ¡Aaah! – dijo Aín, y mirando a Ioh añadió: - De eso se trataba.
- No he perdonando a nadie, Seth. – me levanté yo también.
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La Hermandad del Hombre Muerto
FantasíaThaia despierta a bordo de un barco con rumbo desconocido, encontrando en él una maldición y hermosas criaturas. Pero el verdadero peligro reside en su interior y en el revoloteo de su pecho al conocerle a él. ---------- Existe una leyenda, una mald...