|CAPÍTULO 50|

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Maratón 4/4...



»Cinco Meses Después«



|15 DE NOVIEMBRE, 1950|







MÍA






— Abre los ojos muñeca— Esa maldita voz me trae de vuelta a la realidad, más una cubeta de agua fría que cae sobre mi.

— ¡Jesús!— Me estremezco y me siento de golpe en el colchón sucio que a sido me acogedora cama durante estos meses— Eres un bastardo— Me abrazo a mi misma y tiemblo, estoy desnuda y mojada.

— Ya llegó el momento Mía— La puerta del frío calabozo se abre y por este entra un hombre alto, delgado y de barba, vestía un delantal blanco y traía un maletín en su mano, estaba claro que era un doctor— Hoy tendrás al pequeño Vincent— Agrega y me río, mi hijo se llama Adler.



No sé dónde mierda estoy, aquella ocasión dónde esté imbécil soltó su lado animal quedé inconsciente y cuando me desperté estaba en este inmundo lugar, primeramente trate de encontrar una salida, aunque las ventanas tenían barrotes y lo que alcance a ver del exterior es que estábamos en el bosque, este hijo de perra me torturaba mentalmente, no me permitía salir de esta celda para lo más estrictamente necesario, lo cual era ducharme y hacer mis necesidades, de noche venía a cogerme, no me resistía, quería evitar los golpes y seguir cuidando de mi embarazo. Mi vientre creció a una velocidad sorprende, supuse que era normal al ser el hijo de un Alpha, cada cierto tiempo este doctor venía a visitarme y me revisaba, Nicolai Krastov, dejaba que lo hiciera porque quería saber el estado de Adler y me aliviaba saber que a pesar de aquella patada que me dio Vincent el estaba creciendo dentro de mi sano y fuerte, tampoco le negaba a las deplorables comidas que recibía, las necesitaba por el y para mantenerme fuerte.

Mi estado mental no era el mejor, tampoco el físico, mi agonía era terrible y el único motor que tenía para continuar era mi hijo y Cristián, siempre pensaba en el, no había hora ni día que su rostro no viniera a mi mente, mi entusiasmo y esperanza me decían que me estaba buscando y que pronto me encontraría, aunque la soledad, la espera infinita y mi crudo panorama me golpeaba en la cara siempre cuando el sol se asomaba sobre las montañas.
Ayer comencé a sentir varias contracciones, creí que Adler nacería pero no fue así, me costó dormir y por suerte anoche Vincent decidió no tocarme, en la madrugada pude conciliar el sueño y ahora este idiota le despierta junto al extraño y mal doctor, no lo digo por su eficacia profesional, si no como persona, siempre que le pregunto algo acerca de mi paradero o porque trabaja para un hombre como Coleman desvía la conversación y comienza a hablarme sobre mi estado de embarazo.



— Hola doctor Krastov— No trato de cubrirme, no es la primera vez que me ve desnuda, el animal de Vincent suele romper toda mi ropa en las noches que viene a buscar desahogo sexual en mi— Gracias por venir.

— Es mi trabajo y para mí es un honor recibir al hijo del señor Coleman— Se acerca y la puerta se abre otra vez dejando ver a tres chicas vestidas con un delantal blanco, enfermeras.



No era así como soñé este momento, Vincent no tendría que estar aquí, el que debería estar conmigo es Cristián, no este hijo de puta.



— ¡Señor Coleman!— Grita la voz de un hombre y entra a la celda, me cubro con una manta que me dio el doctor, el que entró era un guardia— ¡Lo llaman por teléfono, es urgente, a ocurrido una tragedia!

— ¿¡No pueden resolverlo ustedes!? Va a nacer mi hijo con un demonio— Le dice furioso, no quise decirle que este bebé es de Cristián, al menos así lo he podido mantener seguro.

ALPHA REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora