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Capítulo 31: Ataque en el partido

La situación en casa no podía estar más tensa, en las comidas familiares se evitaban. Desde aquella discusión Aries se habia sumergido en su investigación, comiendo así en su recamara que habia adaptado a sus necesidades. La movilidad era casi nula, por todo el suelo se encontraban regados papeles, libros y fluidos carmesí de dudosa procedencia creando pentagramas o embotellados también.

Por supuesto habia días en los que salía de su guarida, como le había apodado Harry, ya sea para jugar una que otra partida de quidditch o salir al cine, de todas formas eran solo un par de niños.

Después estaba su tía Narcissa con quien también solía transitar, ir de compras y hablar de esos temas femeninos que no tenía con quien más hablar. Hermione quedaba muy lejos y en su casa todos eran hombres.

Al caer su primer periodo creyó que de tanto experimentar habia conseguido algún efecto secundario y que moriría en poco tiempo. Ya estaba haciendo todo un drama cuando una fuerte carcajada por parte de su tía la avergonzó. Esta tuvo que explicarle muchas cosas, no le hizo la charla pero si en qué consistía la pubertad.

También habia días que visitaba a Draco en su mansión.

Pero ya volviendo al momento, el elfo domestico le dejo su cena y desapareció, comería después. Rondaban las 8 de la noche.

Ella presentía estar cerca.

Se encontraba sentada estudiando su encantamiento, se alzó y apunto a una de sus arañas con su varita– Daemonun Praesidium– pronuncio mal con un movimiento de varita erróneo provocando que su amiga mutara hasta explotar. Ya era su ciento treceavo intento y nada.

Lanzo un grito enfadada tirando sus cosas.

¡Estaba harta!

El estúpido hechizo no funcionaba, tomo su libreta apretando sus páginas con odio– ¡Por qué! ¡Por qué! – vociferaba mientras releía una y otra vez sus páginas. Estas traían apuntes y recortes de papiros prohibidos que habia conseguido gracias a Draco y este mediante su padre.

Ella habia leído tantísimas veces la historia de cada uno de los encantamientos que complementaban al suyo y simplemente no comprendía.

¡Daemonum Praesidium! ¡Daemonum Praesidium! ¡Daemonum Praesidium! ¡Daemonum Praesidium! – repetía moviendo frenéticamente su varita mientras leía lanzando encantamientos a diestra y siniestra – ¡Daemonum Praesidium! – grito haciendo una zeta invertida mientras tiraba el cuadernillo contra sus brebajes. El encantamiento reboto contra el colmillo del basilisco y dándole en el pecho a la menor quien callo, por otro lado las pociones al mezclarse con el impacto crearon una fuerte explosión alarmando a todos los demás habitantes de la casa.

A toda prisa los 4 varones irrumpieron en la habitación tirando la puerta.

– ¡Aries! – grito Remus adentrándose.

–Harry quédate aquí– ordeno Sirius.

–Pero–

–Que te quedes afuera– Potter no sabía que hacer– Regulus, ayúdame a sacar el humo– dentro una espesa niebla color rata con olor a descomposición intentaba asfixiarlos. Cuando por fin lograron sacarla por la ventana encontraron a la muchacha tirada en el suelo bajo una pila de libros y botellas rotas.

– ¡La encontré! – grito Regulus llamando la atención de los adultos. La saco de entre los escombros y la cargo. Se notaba claramente inconsciente y algo pálida.

–Mi bebé...– el licántropo estaba al borde de un ataque– llévala a la sala– ordeno.

– ¿A la sala? – cuestiono Harry incrédulo– ¡Debemos trasladarla a San Mugo! – exigió

ʜɪᴊᴀ ᴅᴇ ᴡᴏʟꜰꜱᴛᴀʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora