Capítulo 2

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Si tú saltas yo salto

Él me ignora.

—No lo hagas, por favor —repito una vez más, con la voz enronquecida por las emociones.

—Vete de aquí —contesta, pero aún así permanezco en mi lugar.

—Cualquier problema que tengas puedo ayudarte a resolverlo —doy un paso en su dirección.

—El único problema que tengo en este momento eres tú, niña tonta —grita tambaleándose pero recupera el equilibrio en el acto—Sólo vete.

Mil ideas se me cruzan por la cabeza, tal vez podría agarrarlo de la mano y tirar de él hacia mí pero me aterra que mi atrevimiento lo tome por sorpresa haciendo que se lance al vacío de manera precipitada.

Estoy tan nerviosa en este momento que no se que hacer.

La opción más razonable es  llamar a emergencias pero temo que cuando lleguen los rescatistas lo hagan poner nervioso y acelere su muerte.

¡Dios! Ninguna opción la veo favorable.

—Está bien, si eso quieres lo haré —digo dando vuelta en mis talones, él por su parte mantiene su mirada al frente—Voy a irme, pero dejame decirte que estás cometiendo un grave error.

Por supuesto que no voy a marcharme y dejarlo aquí para que se tire al vacío, por eso doy vuelta en mis talones y sigilosamente brinco al borde del edificio donde se encuentra parado. Entonces debo admitir que mirar hacia abajo da miedo hasta la médula.

— ¿Qué haces? —Pregunta sorprendido—Te puedes matar.

¿Irónico verdad?

—Lo mismo digo yo pero tu insiste en quedarte parado en este lugar —le respondo al mismo tiempo que arrastro mis pies un poco hacia él.

—No te acerques —me señala con el dedo—No juegues a ser la heroína.

—Si quieres podemos conversar un rato, sabes ahora yo iba por un café —ignoro su advertencia y me deslizo un poco más hacia él— ¿Te apetece uno?

—¡No quiero un puto café! —se pasa las manos por el rostro en señal de frustración—, sólo quiero lanzarme y terminar con todo.

Por un segundo su mirada cruza con la mía y me puedo dar cuenta que en sus ojos color miel hay mucho dolor y tristeza. No tengo ni la más mínima idea de que le sucede a este chico que seguramente tiene mi edad pero debe de ser algo muy grave para que quiera quitarse la vida.

—Si tú saltas, yo salto —digo, pero a la mierda, yo no me lanzaría sólo trato de ganar tiempo.

Él posa su mirada en el vacío y sonríe mientras regresa a mirarme—Niña, esto no es el Titanic.

—Pero por lo menos logré hacerte sonreír —respondo y una pequeña sonrisa se forma en mis labios—Deberías hacerlo más seguido, tienes una hermosa sonrisa.

—Debes estar muy loca para hacer esto —dice rodando los ojos pero una pequeña sonrisa lo traiciona.

Ahora estoy segura de que no se lanzará, si realmente hubiese estado seguro de su decisión ya lo habría hecho sin importarle que yo estuviese cerca, así que trato de darme media vuelta para irme pero sin querer mi mirada viaja hacia el vacío del edificio y me siento mareada con una sensación extraña en mi estómago, todo se vuelve borroso si no me sostengo de algo seguramente caeré por el vacío.

—Voy a caer —digo al mismo tiempo que trato de agacharme para sostenerme del borde de donde estamos parados.

—Tranquila, te tengo —él rápidamente sostiene mi mano—Ven siéntate aquí.

CORAZÓN DE CRISTAL{✔}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora