Epílogo

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Cristal va matarme.

Es tardísimo, no sé como el tiempo se me fue volando.

En realidad si lo sé, ser uno de los socios más importante de Miller&Asociados conlleva a muchas más responsabilidades, tanto que en este día tan importante no pude dejar de trabajar, un asunto relevante requirió mi presencia en la oficina.

Deslizo la llave en la cerradura de la puerta de mi departamento y esta se abre. Tiro mi portafolio sobre el mueble y avanzo hacia la habitación hasta que tropiezo con algo.

—Mierda —maldigo y me agacho para ver que detiene mi paso.

Una sonrisa boba se dibuja en mis labios en el momento que tomo entre mis manos el tren musical de Lucy, es normal que sus juguetes estén por todos lados de mi departamento.

Hace poco más de un año que la niña y Cristal se mudaron conmigo. Después de esa tarde en donde la pelicastaña me dijo que quería volver a intentarlo conmigo mientras estábamos volviendo a su casa pensé que sería a recoger su ropa para que se viniera a vivir conmigo, pero no.

Ella me pidió que fuéramos despacio y yo la entendí, no podía pretender que después de siete años las cosas iban a estar bien de la noche a la mañana.

Durante un año entero me dedique a reconquistarla, fuimos muchas veces a bares y discoteca, Cristal en Londres tuvo muy poca vida social, pues me contó que se la pasaba estudiando, no por nada es una excelente profesional. También tuvimos muchas citas en la playa, en nuestro rinconcito preferido e hicimos muchas veces el amor sobre la arena.

En nuestro año de noviazgo parecíamos como un par de adolescentes calenturientos, ningún lugar era malo para un rapidito.

Hasta que decidimos vivir juntos y todo cambio.

Pero para bien, aprendimos a ser una pareja responsable —aun nos metemos manos donde sea, pero responsablemente— somos un buen equipo y junto estamos criando y amando a nuestra Luz.

Al principio no fue fácil, tuvimos que adaptarnos a nuestros horarios, ambos trabajamos de lunes a viernes y ella estudia su especialidad en Pediatría los fines de semana vía online, en esas cinco horas que ella pasa frente al computador me dedico a cuidar a la niña.

Después de eso y cuando Lucy se duerme es que empieza lo bueno.

Antes de marcharme vuelvo a colocar el tren en el mismo lugar, le estamos enseñando a la bebé a ser ordenada así que le pedimos a ella que recoja sus juguetes y los lleve a su salita de juegos, en realidad es una idea de Cristal, ella dice que Lucy a sus casi tres años ya entiende que no puede poner desorden en la sala, yo pienso que es una bobada y a veces sin que la pelicastaña se de cuenta los recojo.

Soy muy alcahueta y esa niña me tiene a sus pies.

Cuando llego a la puerta de la habitación me detengo a escuchar una pequeña conversación.

—Te amo tanto, recuerda siempre que no eres hija de mi barriga, sino de mi corazón —le dice Cristal a Lucy mientras la viste.

Una pequeña carcajada se escapa de mis labios, la pelicastaña se gira para observarme.

— ¿Qué? —pregunta frunciendo el ceño y tomando a la bebé para ponerla en la cuna.

—No puedes decirle eso a nuestra hija —contesto acercándome un poco.

— ¿Por qué? —cuestiona la pelicastaña.

—Porque no me imagino diciendo a mi bebé que no es hija de mi pene sino de mi corazón —puntualizo sonriendo y Cristal golpea mi hombro.

CORAZÓN DE CRISTAL{✔}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora