Capítulo 15

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Príncipes al rescate.

La música se escucha muy fuerte y eso que estamos aparcando el coche a una cuadra de la casa de Patrick porque ya no hay espacio en un lugar más cercano.

Dan me sonríe mientras que yo me quito el cinturón de seguridad y él baja rodeando el auto para abrirme la puerta.

—Pueden parar un momento —les digo sonriendo a través del espejo a Sofía y Lucas que no han dejado de besarse en el asiento trasero.

—Lo siento —se disculpa Sofía—Pero este nerd besa muy bien.

Me rio de su comentario y Dan dobla los ojos.

Cuando los chicos salieron de los vestidores ya duchados y con ropa limpia nos dirigimos hasta el estacionamiento, donde Sofía al querer arrancar su camioneta esta no prendió por lo que tuvimos que llamar a una grúa que tardó una hora en llegar para llevarse el vehículo de mi amiga al taller, por eso los cuatros nos venimos en el auto de Dan a la fiesta y debido a nuestra tardanza no pudimos conseguir un buen lugar para estacionar.

Si la música me parecía ruidosa estando a una cuadra ahora que estoy llegando de la mano de Dan al jardín me parece que es insoportable para mis oídos. Pero lo que me sorprende no es el ruido de la música si no que algunos de los chicos entre ellos integrantes del equipo y las porristas corren de un lado a otro en ropa interior, se notan que están jugando a las escondidas y que han estado en la piscina.

Y cuando nos adentramos a la casa mi boca se abre por sorpresa.

¡Dios! ¿De dónde salió tanta gente?

Es obvio que más de la mitad ni siquiera pertenece a la secundaria Rosembel y algunos lucen como universitarios.
Bailan, saltan, gritan y cantan todos al son de la música así que con Dan nos encaminamos hasta la cocina donde hay poca gente. Alguien se le acerca y le ofrece una cerveza pero él la rechaza y yo no me puedo sentir más orgullosa por su acción aunque no sé si lo hace porque está conmigo o porque en realidad no quiere tomar.

Se aleja un poco de mí y yo tomo asiento en la barra de la cocina, luego lo veo abrir la nevera y regresa con dos latas de gaseosas.

—Nada de alcohol —dice y me tiende una lata—Cuando estoy contigo quiero estar en mis cinco sentidos.

Tomo la lata entre mis manos y la dejo a un lado, la verdad si tengo sed pero no de bebida sino de sus labios así que abro mis piernas y le hago una señal para que se acerque y coloque entre ellas, el pelicastaño sonríe gustoso, llega hasta mí y coloca sus manos en mi cintura.

—En cambio cuando yo estoy contigo pierdo los sentidos —le ronroneo coqueta colocando mis manos en su cuello.

—No hagas eso —pide muy cerca de mí y restriega su nariz contra la mía mientras acaricia mi espalda sin pasarse de ella.

— ¿Por qué? Acaso no te gusta que me acerque a ti —digo en su oído y me quedo ahí, lo siento estremecer. No sé que me sucede, jamás le había coqueteando a un chico de esta manera pero con Dan todo es diferente y a él parece agradarle—Además te debo muchos besos.

—No tienes idea de cuánto los deseo —hay un brillo especial en su mirada. Quizás es por el tipo de luminosidad que hay en este lugar pero ahora mismo no me importa.

Así que cumplo su deseo y lo beso con descaro sin pensarlo porque no sé hasta cuando tendré ese privilegio.

Nuestros labios se mueven frenéticamente mientras que Dan acaricia mi espalda provocando que una corriente de electricidad recorra mi cuerpo y se clave en la parte baja de mi abdomen así que gimo contra los labios de mi pelicastaño y este sonríe antes de meter su lengua en mi boca provocando sensaciones deliciosas. Somos suspiros, mordidas y caricias, el chico que me besa coloca sus manos sobre mis muslos vestidos y yo enredo mis piernas alrededor de su cintura haciendo que Dan se separe jadeante de mí con sus labios hinchados por nuestro beso.

CORAZÓN DE CRISTAL{✔}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora