Martes 9 de mayo
Ayer, Amado me dio dos entradas para un concierto en la Casa de la Radio.
—Es mi amigo Raphaël Frubeck de Burgos quien dirige. Principalmente La Consagración, de Stravinsky. ¡La Consagración de la Primavera! Uno de los monumentos del siglo veinte.
—Gracias, Amado. ¿Y usted?
—¿Yo? Estaré en el escenario. Oh, sólo media hora: el Segundo Concierto de Saint-Saëns. Rutina. No te regalo entradas muy a menudo, debes trabajar. Pero ahora... pienso que puedes permitirte un recreo. Al menos, ¿puedes hacer uso de ellas? ¿Sabes con quién aprovecharlas?
Muy perspicaz, Amado. Pues sus invitaciones caen justo para intentar un acercamiento con Jeanne. Espero que no sea tarde.
A la noche, en la mesa, dije evasivamente:
—¡Ah! Amado me regaló entradas para un concierto, el sábado que viene...
—¡Formidable! —exclamó mi padre—. ¿Irás con mamá?
Difícil. Tanto más cuanto que mi madre no lo desmintió.
—Bueno... Pensaba más bien ir con alguien del Chaptal.
—¡Excelente idea! —lanzó mi madre sin mirarme—. Dan La Consagración, ¿verdad? El concierto será transmitido por France-Musique. Está bien que tomes un poco de aire sin mí. Aquí ya estoy bastante encima de ti.
—Ah, bueno... ¿entonces están de acuerdo?
Mi padre parecía satisfecho. Es particularmente conciliador y torpe. Le encanta dar el gusto a todo el mundo. Por otra parte, así es como siempre encuentra enemigos.
—¿Y con quién irás?
Mi madre simulaba querer rellenar la conversación.
—Con una amiga.
Estaba seguramente colorado. Me habría dado cachetadas, pero no hubiera arreglado nada.
—¡Ah! —dijo mi madre sirviéndose más queso—. ¿Con Jeanne?
Me quedé sin habla. ¿Cómo había adivinado? Mi padre creyó acudir en mi ayuda:
—¿Jeanne Lefleix? ¿La hija de ese famoso Oscar con el que nos machacas los oídos? Deberías presentárnosla.
Hundí la nariz en el plato, decidido a permanecer en silencio dado que me había salido con la mía.
—Un gran hombre, el tal Oscar Lefleix. Cuando pienso que sin duda lo he conocido...
—¿Cómo? ¿Qué dices?
Mi padre señaló el mueble donde están guardados nuestros discos.
—Pero veamos, Shawn, ¡es evidente! Yo también trabajé en la O.R.T.F. en 1970. Frecuenté el I.R.C.A.M., conocí a Daniel Schaeffer. Y seguramente, traté al padre de tu amiga.
—Mira —prosiguió mi madre—, ¿por qué no la invitas el miércoles a la tarde? Podrías incluso estar aquí, Jean-Louis, ¿verdad?
—¡Ah, qué idea excelente!
Aquella improvisación sutil olía a complot. Pero ya había caído en la trampa.
—¿Puedes preguntarle? ¿Cuándo ves a Jeanne?
—Mañana.
Sí, caía demasiado bien.
Jeanne estaba en el lugar de nuestra cita.
No quería importunarla arrojándole dos invitaciones de una vez. Sugerí de puntas de pie la posibilidad de que en la tarde del día siguiente...
Primero sonrió. Agregué de inmediato:
—Mis padres van a estar. Pero eso no nos impedirá escuchar música.
—¿Por qué no? Si no te llamo esta noche para decirte que no...
Son las once de la noche. El teléfono ha estado mudo.
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la chica de 2°B ; s.m
FanfictionPara Shawn, la música no es algo optativo: simplemente no puede vivir sin ella. Pero una pasión inalcanzable, acaba de irrumpir en su mundo: Jeanne, la chica de 2°B. Su desafío es lograr que Jeanne entienda, a través de la música, lo que él no puede...