Domingo 9 de octubre


Escuché mi concierto en France-Musique.

Es terrible oírse. Una grabación acentúa siempre los defectos. Como una lupa.

Bueno, con Schubert no estoy mal, lo admito. Pero mi interpretación de Miroirs rompió todo. Pensé: estoy listo para siete años de mala suerte...

Justo después de la transmisión, me llamó Amado. En medio de todos sus elogios, puso el dedo en mi nota desafinada:

—Pero me decepcionaste un poco en... ¿sabes dónde?

—Sí, Amado: en Miroirs.

—¡Ah, tu mano izquierda! ¡Demasiado pesada! Y además, con Miroirs, hay que ser... aéreo, poético, ligero, ligero. Ma... has estado...

—Escolar.

—¡No! —matizó—. No: estaba bien pero...

Cuando Amado dice «bien», no hay que fiarse de la palabra, sino de la modulación y del tono. Aquí, su «bien» quería decir: «No estaba mal, sino insuficiente. Debe mejorar».

Mi padre, por su lado, encontró a Amado muy duro. Grabó el concierto en un casete. Sé que lo va a escuchar una y otra vez en el auto. Por causa de él también, estoy condenado al éxito.

la chica de 2°B ; s.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora