Viernes 23 de septiembre
Creía estar a salvo después de haber concluido mi exposición. ¡Qué error!
—Señor Mendes —dijo Bricart al final de la hora—, le agradezco mucho. Estuvo muy bien.
Y, con seguridad, hasta demasiado. Lo mejor es a veces enemigo de lo bueno, dice mi padre. En este caso estaba por provocar un conflicto.
Había concebido mi clase especial como una especie de concierto-conferencia. Y sí, cuando estoy frente al piano, nunca busco las palabras, sino que desafino sobre todo cuando hablo. Entonces hablé poco: daba breves informaciones sobre la vida de Schubert, su música, sus cuartetos, sus óperas, sus lieder... Luego, cuando sentía que las palabras se agotaban y las frases se vaciaban de a poco, me precipitaba sobre el piano; interpretaba el movimiento de la sonata de la que acababa de hablar, o interpretaba el tema de una sinfonía. Para ilustrar la idea del Rey de los alisos que me sentía incapaz de comentar, mostré cómo el piano imitaba el galope del caballo...
Y funcionó.
Todo el mundo estaba encantado, cuando, en realidad, en una hora apenas había leído una página y media. Para convencer, lo importante no es realmente lo que se dice: es sobre todo el tono y la música; tiene que ser armonioso, bien medido y construido... Con mi exposición, había hecho trampa para gustar. Un número de ilusionista, en definitiva.
Pero jamás hay que pedirle a un mago que repita un truco que le salió bien. Sólo que Bricart no era un espectador cualquiera; era más bien como el director de la sala...
En el momento en que mis compañeros salían de la clase, me pidió que me quedara. Sus cejas no paraban de hacer olas en su frente y, debajo, su mirada se balanceaba como un barco ebrio.
—Fue notable. Una exposición en el tono justo, apasionante... y original. Además, toca muy bien. Y lamento que un trabajo así termine acá. ¿Aceptaría volver a dar su exposición ante otra clase del colegio? ¿O, quizás, ante alumnos de la primaria? Puede decir que no, Shawn. Pero si quiere un día ser profesor... a propósito, ¿qué quiere hacer más adelante?
Cuando me hacen esta pregunta, siempre tengo ganas de contestar: «ser feliz».
Pero parece que eso no es un trabajo. Una profesión de fe, a lo sumo.
Le dije simplemente:
—Dedicarme a la música.
En Francia, hay menos de cien pianistas que viven de su arte. Si uno quiere vivir de su instrumento, formar parte de una orquesta, hay que aprender a tocar el violín, el clarinete o el fagot. ¡Pero no precisamente el piano! Mi padre vivió esta amarga experiencia.
Bricart consultó su agenda. Me sentí como si estuviera en lo del dentista. Salvo que ahora era más complicado: era necesario que él tuviera clase y que yo, por mi parte, estuviera libre.
—El martes a la mañana, de ocho a nueve, ¿qué tiene que hacer?
«Quedarme en la cama», estuve a punto de responder.
—Nada. Tengo física a las nueve.
—Entonces, ¡hasta el martes que viene, Shawn!
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la chica de 2°B ; s.m
FanficPara Shawn, la música no es algo optativo: simplemente no puede vivir sin ella. Pero una pasión inalcanzable, acaba de irrumpir en su mundo: Jeanne, la chica de 2°B. Su desafío es lograr que Jeanne entienda, a través de la música, lo que él no puede...