Pov Lauren.
Ese día, por órdenes de Carlos, tenía que salir a buscar un paquete fuera de la oficina, salí normal, pero no era un secreto que odiaba hacer trámites, y sobre todo tener que ir sin el auto, odiaba profundamente andar en el subterráneo, lleno de gente amargada, incluyéndome a mi.
Podría salir en la moto, o en el auto, pero no, tenía que ir en el transporte público.
Me preguntaba que se sentiría poder ir en un avión, como a menudo hacía aquella chica a la que seguía. Qué buena suerte.Lo único bueno de aquella mañana, es que dos estaciones adelante, la cabina quedó semivaciá.
Siempre me gustaba viajar sentada en la ventana, pero en ése lugar estaba una chica pelirroja sentada, por lo que decidí tomar el asiento de a un lado.
Cuando me senté, la chica me sonrió levemente, a lo que yo respondí de igual manera.
Cinco estaciones antes de llegar a mi destino, escuché una voz proveniente detrás de mí, colándose por mi nuca.
-Insisto en qué es un hermoso lunar, ¿Verdad Michelle?
Y yo casi pegué un brinco al escuchar su voz.
Ésa voz, ésa conocida y pegajosa voz hablándole en español, llamándole por su segundo nombre, mencionando aquel lunar de el que nadie sabía.
Nadie además de su paparazzi.
El escalofrío recorrió todo mi cuerpo, quería responder, voltear y encararla, pero las palabras no salían de mi garganta.
Habían muchas cosas que quería preguntarle, pero no sabía por donde empezar.
Quería saber sí ella había sentido también aquél extraño sentimiento de cuando nos besamos.¿Por qué me seguía?
¿Por qué me me amaba?
¿Por qué a mi?
Estaba decidida a voltear, pero justo la voz de la chica me detuvo.
Su acento era tan bueno al hablar, que casi parecía haber nacido en latinoamerica, por lo que no podía ser Keana.
Definitivamente no era ella.
-No, no voltees, quédate en tú lugar, por favor...- Prácticamente me suplico agitada, como si acabase de correr un maratón.
Comencé a respirar pesadamente, sintiendo mi pulso acelerarse, cerré los ojos.
Joder Lauren. ¿Por qué cierras los ojos?, ¿Por qué me dejaba inundar de ése sentimiento?
Abrí los ojos lentamente al escuchar su voz de nuevo.
Podría sonar tonto, raro, lo que sea, pero casi podía jurar que había escuchado aquella voz antes, también parecía que la chica hablaba en español para modificarla a su favor, pero, ¿Con qué motivo?Estaba detrás de mí, sentada, espalda con espalda, en el asiento que no daba a la ventana, me sentía como si pudiera flotar, quería voltear, pero sin embargo, no podía.
Estábamos tan cerca, y tan lejos a la vez.
-Deja caer tu mano izquierda Lauren...
-¿Para qué?.- Pregunté sin poder esconder mi nerviosismo.
-Si tu me quieres... aunque sea sólo, déjala caer.- Su voz sonaba tan dulce.
Tragué saliva, tratando de calmar mis nervios, y mis dudas, hicieron que lentamente dejara caer mi mano.
Y fue entonces, que allí, de nuevo en otro lugar poco romántico, sucedió otro encuentro mágico.
Sentí en mi propia mano, una indescriptible sensación. Su mano, rozó suavemente con la mía mientras seguíamos de espaldas.
No pude evitar cerrar los ojos, era una sensación hermosa, maravillosa.
-Siempre... dios, estoy nerviosa.- Se aclaró la garganta ahogando su risa.- Siempre he querido hacer ésto contigo, siempre.- Terminó por decir, y yo no pude evitar sonreír, y en ése silencio pude escuharla suspirar.
-Dime tu nombre...- Casi pedí rogando al momento que sentí sus dedos rozando los míos.
No había duda alguna de que lo que sentía por ella, era mucho más que sólo cariño o afecto.
Pero las sorpresas para mi, no terminaban ahí.Un nuevo escalofrío me recorrió todo el cuerpo, otro sentimiento nuevo me hizo sonreír.
Ella había entrelazado sus dedos con los míos, haciéndome sentir algo que jamás me imaginé experimentar.
Casi podía sentir como en medio de todo éso con el simple toque de su mano, me decía cuando me amaba.-Tu ya sabes mi nombre Lauren... y aún así...- El sonido de el subterráneo abriendo las puertas la hizo callar.
Las puertas se abrieron lentamente, y un hombre grande entró alv vagón aparentemente buscando a alguien.
Ella se escondió en su asiento, sin darme tiempo de pensar en porque debería saber su nombre, cuando repentinamente nuestro contacto se veía amenazado.
-Te amo Lauren... adiós.- Apretó suavemente mi mano, para luego levantarse y salir de él vagón sin mirar hacía atrás.
Me levanté rápidamente para tratar de alcanzarla, pero las puertas se cerraron en mi cara.
Golpeé el vidrio, pero no sirvió de nada, los vagones comenzaron a moverse llevándome lejos de ella.
No podía creerlo, me sentía una completa idiota por haberla dejado irse sin una explicación.
Y aún así, tuve que recoger el paquete de Carlos para luego hacer mi trabajo habitual y seguir a Cabello que estuvo todo ése día paseándose con aquella chica... Hailee era su nombre.
Se veían cercanas, sonreían y jugueteaban como un par de niñas.
En toda la tarde, la noche, y las siguientes semanas, no pude dejar de pensar en lo que había pasado con mi paparazzi, no podía dejar de recordar su voz... ése timbre tan chillón de voz, el tacto tan suave que tenía su mano, y su mano, que pude ver de reojo, con las uñas bien recortadas, la manicura francesa hecha perfectamente, el esmalte blanco, y su tono de piel, tostado, era perfecta, quería y necesitaba más de ella, pero no fue así.