Su figura yacía sentada en una banca fuera de él recinto, con la cabeza entre las piernas, que levantó para observar la luna, entonces pudo verla mejor.
Ésos perfectos ojos verdes que en ése momento lucían desorbitados, pero que aún así la volvían loca, ésos labios rosados y carnosos, su piel blanca y su cabello negro.
Tenía cientos de fotografías de la periodista, para ella era simplemente inconfundible, corrió hasta ella, no la dejaría escapar.
Lauren ni siquiera se movió, sólo se quedó mirándola, y en sus ojos pudo ver el reflejo de la luna, una imagen digna de retratar.
-Camila.- Dijo con la voz rota mientras que la cantante tomaba su cara entre las manos, acariciando suavemente sus mejillas.
-Lauren... yo...- Camila comenzó a balbucear cientos de palabras sin lograr conectar oración alguna.- Lo siento, lo siento, debes escucharme...- Decía con desesperación creyendo que la periodista escaparía en cualquier momento.
-Ya, basta.- Respondió Lauren mirándola a los ojos.- Shh...- Susurró atrayendo a la castaña a su cuerpo para fundir sus cuerpos en un abrazo.
-Déjame explicarte...- Pedía la cantante aún entre sus brazos.
-Bésame Camila.- Le dijo la periodista.
-Espera Lauren, déjame explicarte todo.- Respondió ignorando la petición de su amada.
-Hey, Camz...- La llamó de una forma que nadie había hecho antes, pero en ése momento la cantante estaba demasiado desesperada para poner atención al cariñoso mote que había utilizado la pelinegra.- Ahora no quiero saber nada, sólo bésame, y demuéstrame que me amas tanto como yo a ti... - Pidió depositando un suave beso en su mejilla.
Fue entonces que Camila se calmó, la miró con una triste sonrisa, quedaba poco tiempo, y sí Lauren le pedía que la besara, entonces, gustosa, lo haría.
Lauren miró el gesto con el ceño fruncido, y se acercó lentamente a Camila, quien cerró los ojos dándole la aprobación para que hiciera lo que le viniera en gana.
Selló sus labios con los de la castaña, quien no pudo evitar sonreír en el beso, y para Lauren no había mejor sensación que ésa.
Para ambas fue como un shot revitalizante, que les devolvió aquel sentimiento que invadió sus pensamientos la primera vez que se unieron sus labios.
Un besó con sabor a alcohol, como el primero, aquellos labios que ambas deseaban hacía tiempo atrás. Eran felices por fin.
Se separaron lentamente, y no pudieron dejar de mirarse. Camila tenía tanto que decir, había tanto que hacer, y sin embargo, poco tiempo para hacerlo.
Y Lauren..., Lauren no necesitaba más que cada sutil roce, aquella forma en la que Camila le tomaba la cara y le acariciaba la mejilla sin dejar de mirarla.
Repentinamente, Camila se levantó y tomó de la mano a Lauren, tirando de ella de regreso a el estacionamiento.
-¿Qué haces Camila?.- Preguntó la periodista.
-Vámonos... quiero besarte... quiero que me toques Laur.
La pelinegra sintió como cada vello de su cuerpo se erizaba con aquella petición, aquella niña siempre... desde que la conoció había sido así de directa, ésa era una de las cosas que odiaba de ella, pero que terminó por gustarle.
No hubo tiempo para preguntas ni respuestas, Camila la arrastró a su auto y rápidamente se puso en marcha hasta la casa de Lauren, quien durante el camino no había podido dejar de mirar a la cantante.
¿Cómo es que nunca había notado lo hermosa que era?, aceptaba que era linda, pero en estos momentos no había nada que pudiera ser mejor que aquella vista de la chica conduciendo hábilmente en las calles vacías de Miami hasta llegar a su casa.
Al llegar no pudieron esperar a llegar a él apartamento, pues una vez dentro de él edificio habían comenzado a besarse desesperadamente, con ganas de más.
A empujones llegaron hasta el ascensor, en el cual entraron sin preocuparse en mirar si había alguien dentro.
Camila acariciaba el abdomen de la más grande pasando sus frías manos lentamente de arriba a abajo, mientras que Lauren había descendido sus besos a el cuello de la morena, mordiendo suavemente sobre su punto de pulso haciendo que ésta gimiera bajo, entonces la pelinegra supo que ése sería su sonido favorito, por el resto de su vida.
La puerta de el ascensor se abrió dejándolas en el piso de la mayor, quien sin ninguna dificultad sacó las llaves de su chaqueta y abrió sin dejar de probar ni un segundo los labios húmedos de la latina.
Ya estando adentro cerró la puerta recargando su espalda en ésta, pues Camila se había avalanzado a ella, haciendo que perdiera el equilibrio por un momento.
Sus labios se conectaron nuevamente, sus respiraciones estaban agitadas, Camila enredó sus piernas en la cintura de Lauren haciendo que su vestido se levantara levemente dejando su piel expuesta, lo que para la periodista fue demasiado.
Llevó sus manos a los muslos de la castaña, y no pudo evitar las ganar de acariciar éstos haciendo que jadeara al sentir que las manos de la pelinegra habían llegado hasta su abundante trasero.
En ésa misma posición, se encaminaron a la recamara de la dueña de el penthouse, y sin perder tiempo, llegaron directamente a la cama, en donde Lauren depósito a la latina de frente a ella.
Más de dos años esperando aquello.
¿Podrías imaginarte que tan especial era ése momento para ellas?
Todas y cada una de las palabras dichas mientras se tocaban, cada confesión hecha entre jadeos desesperados necesitadas de más.
Los besos que se daban con pasión, intentando contener aquel ardor que estaba en su cuerpo, durante tanto tiempo.-Jodida mierda...- Dijo la periodista, agitada al mirar a la castaña sobre su cama.
Estaba tumbada de espaldas, con el pelo desordenado, su pecho subía y bajaba rápidamente, tenía las piernas dobladas haciendo que el vestido subiera hasta su cintura, dejando ver su ropa interior de encaje rojo.
Lauren se colocó a horcajadas sobre ella, poniendo sus manos a cada lado de su cabeza, lentamente se agachó y la miró.
-Mi paparazzi...- Susurró sobre sus labios, lentamente, para luego besarla de nuevo.
