Sábado.
Era el día de la gran fiesta que ofrecía Atlantic Records, una disquera bastante importante que anunciaría sus nuevos proyectos.
Era de noche, y ya habían pasado casi seis horas desde el inicio de la fiesta, todos y cada uno de los invitados, estaban ahí, cantantes, ejecutivos, modelos e incluso gente de la prensa, sin embargo... la cantante había estado esperando toda la noche, escuchar aquella voz, ver aquellos ojos, pero no fue así.
Ella se quedó ahí, porque simplemente no podía irse, con una sonrisa rota, disimulando estar feliz frente a una gran multitud de periodistas que la fotografiaban a penas supieron que ahora trabajaría con Atlantic Records, la noticia corrió como pólvora encendida.¿Cómo podía estar ahí sonriendo a pesar de que su corazón estaba roto?, ni siquiera ella lo entendía.
Pero había algo que la cantante sí sabía. A pesar de que aquella pelinegra de ojos verdes, no había llegado a la cita, había sido muy feliz.
El beso que compartieron en el callejón oscuro mientras la periodista estaba ebria y ella corría de la prensa, sus reacciones y gestos, las fotos... aquella vez en que se tomaron de las manos en el subterráneo.
La cantante después de todo, no tenía que aparentar ser feliz, porque lo había sido durante el tiempo que estuvo siguiendo a la periodista, aquella periodista que sería siempre, su gran amor, su mayor ídola.
Aunque hoy fuera el último día que tendría para verla, quizás, podría verla después, ¿O no?A final de cuentas, no todo estaba tan muerto como ella creía, porque siempre, siempre sería Camila Cabello, la cantante enamorada de una periodista, siempre sería la paparazzi de Lauren Jauregui.
Al menos tendría aquellas fotos para siempre, y sus recuerdos permanecerían intactos.
Se resignó, y con una suave, pero real sonrisa, sobrevivió a el resto de la fiesta, en la que la fotografiaron junto a su nuevo equipo de trabajo. A penas dadas las tres de la mañana, se dispuso a regresar a su casa.
Aquella noche estaría sola, por que Dinah estaba muy entretenida en la fiesta como para molestarla. Luego de despedirse, camino fuera sintiendo el frío de la madrugada sobre sus desnudos hombros.
A pasos rápidos caminó por el estacionamiento, hasta que escuchó el sonido de otros zapatos sobre el asfalto, lo que la hizo sobresaltarse, pues aparentemente no había nadie más ahí. Al menos éso creyó ella, hasta que, momentos antes de abrir la puerta de su automóvil, escuchó ruido nuevamente, pero ésta vez, no hizo nada más que quedarse quieta, en shock.
Una voz profunda, ronca, por el tono se diría que con un poco de ebriedad. Ella conocía ésa voz.
-"I'm your biggest fan... I'll follow you until you love me, papa... paparazzi...".- Cantó detrás de ella, haciendo que su piel se erizara.
Se giró lentamente, y pudo verla, parada detrás de ella, vestida igual a como la vio por primera vez en el aeropuerto.
Llevaba una botella de lo que dedujo, era alguna especie de bebida alcohólica.
Camila abrió los ojos como platos, y en ése momento, todo dejó de tener sentido, la música tan alta de la fiesta ni siquiera se escuchaba, sólo podía poner su atención en aquella mujer frente a sus ojos.
-Lauren...- Dijo con un hilo de voz.
-Camila...- Respondió con ebriedad.- Tu eres... eres mi paparazzi.- Soltó para convencerse a ella misma más que para decírselo a la cantante.- Y yo... yo te amo.- Apretó los ojos intentando no llorar.
La periodista había tenido que ingerir una gran cantidad de alcohol para coger valor y pararse frente a aquella persona que decía amarla, aquella persona de la cual estaba enamorada, tuvo los cojones para ir hasta donde le pidió, aún pudiendo negarse, y decirle que ella, sí la amaba, el resto de lo que pasara, no dependía de ella.
Luego de lo que Normani le había dicho, y la conversación con Bella, pasó aquella tarde, la noche, y el día de hoy, pensando, en todo, en la primera carta, las fotos, los pequeños momentos vividos, las notas, y finalmente releyó la última carta, lo que la hizo caer en cuenta de que no quería que fuera la última, no quería un final para ésa historia, aunque la cantante hubiera jugando con sus sentimientos, estaba decidida a enfrentarla, y decirle lo mucho que la amaba.
Miró a Camila que seguía con una expresión indescifrable, no estaba la sonrisa que yacía en su rostro cada día, ni siquiera aquella coqueta mirada que le dirigía cuando nadie más les veía, Lauren no lo soportó, una especie de dolor arrebatador inundó su pecho, mientras sentía que una horrible desesperación la invadía al no recibir respuesta por parte de la cantante.
Tomó la botella de whisky, y la lanzó al suelo haciéndola quebrar en mil pedazos que rebotaron por todo el estacionamiento, dejando el restante de la bebida esparcida a sus pies, se giró con fuerza para no ver a la cantante y salir corriendo de ahí con todos ésos sentimientos atormentándola.
La había amado, la había añorado, soñado, le había confesado su amor, y sin embargo, no había obtenido una respuesta por parte de la mujer que decía amarla.
Camila seguía estática, viendo la escena atónita, pues le había dicho que la amaba, aquello con lo que había soñado, acababa de pasar frente a sus ojos, y ahora, la chica a la que amaba corría por el estacionamiento, fue entonces que se dió cuenta de que no podía dejar pasar éso, porque ella también la amaba, necesitaba explicarle, había ido después de todo, y no la iba dejar escapar, no iba a dejar que su felicidad se escapara.
Corrió detrás de la periodista con dificultad por la altura de sus tacones, que se quitó algunos pasos más adelante para cojer más velocidad, poco le importaban los vidrios en el asfalto.
-¡Lauren!.- Gritó con preocupación al no verla, una vez fuera de él estacionamiento, volteó desesperada tratando de hallarla, hasta que por fin la vió.