Cap. [18]

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Desde aquel día en que la periodista se encontró con su paparazzi, no había vuelto a saber nada más de ella.

Habían pasado casi casi seis meses desde aquello, y no lo entendía, Lauren se sentía extraña al no saber nada sobre su admiradora.

Quería saber si ella se había sentido de ésa manera tan especial con el simple hecho de tomarse de las manos, quería saber que pensaba, quería saber que deseaba decirle, quería saber, si aún...

Si aún la amaba.

La chica estaba deprimida, aquella chica que la seguía interfería en su vida, lograba hacerla sentir especial en medio de su caótica vida.

Lograba perturbarla y desesperarla.

Lograba hacerla suspirar cada día como una completa idiota.

Lograba hacerla sentir como alguien completamente enamorada. Ya no soportaba aquella distancia que se creaba, no soportaba nada, incluido su trabajo, porque tenía que ver a ésa cantante cada día, verla salir con diferentes chicas, verla ser feliz, cuando ella simplemente no podía serlo, ¿Y que había de nuevo con ella?, pues ahora llevaba lentes fijos, algunas otras veces fe contacto... la joven cantante en sí, ya no le caía tan mal aunque fuera una entrometida en su vida.

Siempre le preguntaba cosas como, "¿Estás bien?", Lauren lo notaba, se preocupaba, pero ella no necesitaba la preocupación de la cantante.

Sólo quería y amaba, sí, amaba a su paparazzi.
Pov Lauren.

Ése día me había sentido fatal en el trabajo, estaba totalmente acabada, así que decidí salir a beber una copa por la noche, 21:58, no era tan tarde.

Llegué completamente sobria, era temprano y comencé a beber, el bar estaba cerca de mi departamento, así que nada malo podría pasarme.

A medida que se fue haciendo más de noche, iba tomando más y más, los vasos de whiskey comenzaron a hacer efecto. El vaso número siete de ésa noche, fue mi perdición.

Sin darme cuenta, comencé a decir disparates frente a todo el mundo, pero no me importaba nada.

-Es una maldita cobarde...- Dije arrastrando las palabras.- Sí dice ama..rme.- Hipo.- Deb..ería estar aquí, ¿No?

Podría arrepentirme mañana de todo ésto, si es que lograba recordarlo, o sí tan solo fuera lo peor de la noche.

-Maldita... inútil.- Hipo.-Idiota, lesbiana...

Cuándo estaba ya muy pasada de copas, pude ver a un tipo acercarse.

-Hola linda, ¿Cómo te va?.- Por su voz, pude deducir que no estaba ebrio, además también pude reconocer un perfecto acento inglés.

Ojos verdes, unas cejas grandes que le iban bastante bien con ése cabello rubio, era realmente un británico, y no uno cualquiera, uno sumamente atractivo, elegante y educado.

-No deberías beber tanto, podría hacerte mal.- Me dijo con su voz calmada.- ¿Te molesta si enciendo un cigarrillo?

-Para nada.- Respondí con dificultad.

Se fue haciendo la madrugada, y yo estuve todo el tiempo acompañada de Arthur, aquel chico británico, que resultó ser bastante agradable.

Bebimos, hablamos, fumamos e incluso bailamos.

En una de esas canciones demasiado sensuales, nos pegamos tanto que pude sentir su grande paquete de la entepierna presionando sobre mi trasero, y sí, era mucho más que grande, era enorme, pero no, ya ni éso me interesaba como antes, además que el chico se vio un poco incómodo, por lo que tuve que alejarme y dejarle un poco más de espacio, terminada la canción, volvimos a nuestros asientos.

Modales británicos.

Estuvimos conversando por un rato más, hasta que de repente, en mi borrachera, terminé tirándole una vaso de whiskey en el pantalón.

-Lo siento, Arthur... que idiota soy.- Dije acercándome a él para tratar de limpiar con mi bufanda.

-Está bien Lauren, no te preocupes, todo en orden, ¿Bien?.- Me miró a los ojos y sonrió.

Y sin decir nada, me acerqué a él, de manera torpe, pero sensual, me coloqué entre sus piernas, y suavemente rocé mis labios con los suyos.

Arthur sonrió y terminó uniéndolos, tomándome por la cintura mientras yo pasé mis manos por su nuca. El británico pasó su lengua sobre mi labio inferior pidiendo permiso para entrar, a lo que no me negué mucho, lo acepté, tampoco estaba mal.

Estaba comenzando a gustarme, pero inevitablemente, de un momento a otro, mi admiradora se coló en mis pensamientos.

Un leve destello me sacó de el trance al que acababa de entrar en los brazos de Arthur. Me tomó algunos segundos para caer en que había sido un flash, con el cual caí en cuenta de lo que estaba haciendo.

Aún en los brazos de el británico, giré mi vista hacía el lugar de donde provenía la luz, la parte VIP de el bar, y pude divisar entre las luces neón, a una chiquilla con una cámara, entre todo, solo pude ver su amarga expresión, como se mordía el labio con enojo para luego salir de corriendo de ahí.

No podría explicar como me sentía en ése momento. Abrí los ojos y un leve jadeo se escapó de mi garganta, casi podría decir que la ebriedad en mi cuerpo desapareció ahí mismo.

-Lo siento...- Susurré apenada separándome de el rubio.- Tengo que irme.

-Lauren, espera, no te puedes marchar, estás ebria.- Se levantó rápidamente.

-No es necesario Arthur, mi casa queda cerca, puedo ir sola.- Dí dos pasos, y ya estaba tirada en el suelo.

-Déjame acompañarte.- Pidió ayudándome a levantar.

-Yo...

-Te dejaré en la puerta de tu casa y me iré, lo juro.- Me miró preocupado.

-Está bien.- Accedí.

Lo que menos quería era tener un accidente y no llegar jamás a casa.

Salimos de el bar, directo a su auto, en donde aguardaba un chófer bastante elegante, que abrió la puerta para mi y para Arthur.

El camino fue en silencio, bastante incómodo, solo hablé para dar la dirección a mi casa, a la cual llegamos en menos de cinco minutos.

El chófer salió para abrir la puerta y se despidió, mientras Arthur me acompañó hasta la puerta.

-Gracias por traerme Arthur.- Agradecí con una sonrisa.

-No hay de que Lauren, y... yo siento lo que pasó en el bar, no debí aprovecharme de una chica ebria.- Rió levemente.

-Está bien, pero creo que la que se debe disculpar soy yo, me he comportado un poco mal.- Hice una mueca.

-Ustedes los americanos son un poco... raros.- Ambos reímos.- Tengo que irme, mañana debo trabajar, pero quizás después podamos vernos nuevamente, si no es molestia.- Dijo entregándome una trajera con sus datos.

-Por supuesto que no sería molestia, eres bastante agradable.

-Gracias, también lo eres tu.- Sonrió.- Hasta luego.- Me dió un beso en cada mejilla para luego irse, tal y como lo prometió en el bar.

Paparazzi. [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora