27. Desaparecer

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James

Arrugue la nota que tenía ahora en mis manos y la lancé al suelo y no pude evitar darle un fuerte golpe a la pared, que para que mentir me hizo doler todos los nudillos. Quería simplemente arrancar todo lo que estaba en la sala, todo lo que estaba en la casa todo lo que me recordaba a esa mujer que me traía loco desde hace algún tiempo. Quería destruir el planeta, queria matar a Keri, queria matar a todos los imbeciles que se le cruzaban en el camino para endulzarle el oído y quería desaparecer de la faz de la tierra.

En un ataque de furia con las venas del cuello ya brotadas lo único que me paso por la mente fue coger las llaves del apartamento e ir a la tienda de la esquina, comprar dos botellas de whisky y bebermelas yo solo.

Desde que salí de la tienda abrí sin muchas ganas la primera botella andando con la otra en la mano, parecía un alcohólico vagabundo pero en realidad sentía que me faltaba una parte del alma, no quería exagerar mis emociones pero la realidad del alcohol es que vuelve todo al rojo vivo, es como si los recuerdos quemaran y por ahí dicen que los niños y los borrachos dicen la verdad y eso era precisamente lo que estaba pasando conmigo.

Entre a casa y lo primero que hice fue entrar a la que hacía unos pocos momentos era su habitación. Me senté en su cama destendida y revolcada y mire por todo lado, solo daba trago tras trago mientras seguía recordandome que era un imbécil que la había dejado marchar. Seguí bebiendo y cuando ya iba por la mitad de la segunda botella de un litro sentí los ojos muy pesados y solo me deje caer de espaldas en su cama, en la cama en la que aún estaba su esencia.


Aya

Debí haberme quedado dormida en algún momento. Lo único que me pudo despertar fueron los leves rayos de sol que indicaban la mañana y los lambetazos de Shady por toda la cara, lo espiche y lo abrace para que nos arruncharamos un poquito más pero como pudo se escabulló de mis brazos y comenzó a raspar la puerta hasta que no me quedó otro remedio que levantarme de la cama con la pijama que por suerte me alcance a poner pero con los ojos rojos de no poder conciliar el sueño al menos de una forma normal.

Me restregué los ojos y a ciegas abrí la puerta de madera que tenía en frente mio, Shady bajo corriendo dando ladridos por toda la casa y yo solo buscaba cuál sería la habitación de Tom para ver si ya estaba despierto, pero al abrir todas las puertas descaradamente no lo encontré hasta que escuche que una puerta se abría en la planta baja, me asome un poco y vi a Shady salir corriendo despavorido hacia el jardin a través de una puerta de cristal.

- Gracias - Pronunice debil a lo que Tom se volteo desconcertado.

- ¿Gracias por qué?

- Por dejarme quedar aquí, tu sabes hasta que consiga un sitio y por aguantarte a ese pequeño y solo gracias.

- No te preocupes, te puedes quedar el tiempo que quieras de verdad. Además así me ayudarás a levantar menos sospechas en mi trabajo. - Me miró con ojos de comprensión y me tomó por los hombros. - En serio no te preocupes.

Yo solo sonreí y decidí seguirlo porque supuse que un hombre a las más o menos 8 de la mañana me guiaria a la cocina, pues digo ellos comen más que nosotras; a decir verdad son como cerdos y vamos, que tipo no tiene hambre temprano. Vi como él me miró por el rabillo del ojo y lance una sonrisa tímida al aire.

- En la mesa está tu desayuno - Dijo señalandola. - Comí sin ti, y ya me tengo que ir. Espero que no haga ningún lío con los muebles tu pequeño. - Sonrió.

- Claro que no, él está muy juicioso. O eso creo. - Dije mirandolo dudosa. - Gracias por el desayuno.

- Adiós Aya - Se acercó a mi y depositó un ligero beso en la cabeza, como esos que dan los hermanos, solo que si él fuera mi hermano seria incesto porque ya me lo habría cogido. Con ese pensamiento abrí mucho los ojos y solté una carcajada que hizo que se detuviera en la puerta y me mirará desconcertado y yo solo pude hacerle con la mano un gesto de despedida.

MY BODYGUARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora