Ocho.

3.1K 166 22
                                    

Hoy por fin tenía entrenamiento de básquet después de cómo un mes de no haber tenido hueón.

Realmente quería matar al profe Marcos por haberse tomado una licencia de casi un mes.

Después del colegio literal corro para llegar a tiempo a entrenar al centro deportivo en el que entrenamos por el colegio.

Cuándo llego todos están sentados en la banca mientras el profe da las indicaciones de lo que sea que quiere que hagamos.

Me percato de dos caras totalmente conocidas allí sentadas, las cuáles antes no estaban; La Tamara y el Danilo.

–Carmensita, que bueno que llegaste –el profe Marcos me indica que me acerque a él.

Realmente me daban ganas de matarlo cuándo me llamaba por mi tercer nombre, pero el verdadero culpable había sido mi papá cuándo se le ocurrió llamarme María Jesús Del Carmen. A veces creo que lo hizo a propósito para condenarme a la miseria por el resto de mis días con ese nombre.

– Justo estaba hablando que se viene el primer partido del campeonato —continúa hablando.

–¿Cuándo es?

–Empieza el Lunes, asi que tenemos cómo dos dias de entrenamiento.

—¿Y ya sabe contra quién empezamos? —le pregunto.

—Con el liceo 2. Espero que ahora sea más pacifico que la vez pasada.

Realmente opino lo mismo, la vez pasada por poco una mina casi me pega, sumándole que a varias de las chiquillas las habían amenazado durante el partido.

– ¿Vamos a jugar sólo las mujeres?

–No. Primero juegan usted chiquillas y después los hombres.

Mientras el profe me habla sólo puedo mirar hacia el Danilo, que esta ahí, con una pelota de básquet, dandole unos cantos botes al suelo.

Estaba tratando de  ignorarlo desde que le había dado el beso, cada vez que nos mirábamos por reflejo desviaba mi cara, y cada vez que me hablaba por alguna red social le respondía después de cómo mil horas.

—Carmensita —me llama el profe —, ya vamos a entrenar para que te vayas a cambiar.

Le hago caso para poder cambiarme de ropa rápido.

Ya cambiada de ropa me voy dónde están todos.

El profe al verme hace sonar el silbato.

–Quiero que troten diez minutos, luego un suicidio y para tranquilizar una trenza.

Comienzo a trotar sola.

—¿Me estás ignorando? —lo veo trotar a mi lado, y por más que quiera arrancarme no tengo de otra que hablarle.

—No, no, ¿que te hace pensar eso? —pregunto haciéndome la hueona.

Se ríe ante eso mientras niega con la cabeza.

—Que fácil erí de leer —dice adelantando su trote y dejándome atrás.

Pasan los diez minutos y nos toca la pesadilla de mi vida. El suicidio.

La hueá consistia en correr de un lugar a otro, onda primero correr a la primera línea, y volver al principio, luego la segunda y así sucesivamente.

–¡Primero los hombres y después las mujeres! –anuncia el tio Marcos.

Me voy a sentar para ver cómo corren los chiquillos y así descansar un poco después del trote culiao.

Cabro Culiao. [EDITANDO] *faltan capítulos*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora