Veintiuno.

2.7K 150 13
                                    

El Matías cómo el buen amigo que es, me dejó botada en pleno carrete, ahora por su culpa estoy en una esquina cómo una antisocial y completamente sola.

Mentalmente me pegué mil combos en la zorra por hacerle caso al Mati en venir con una falda. Hace frío a pesar que ya estamos entrando en verano.

A lo lejos veo al Iván. Le doy unas cuantas sonrisas y él me las devuelve.

Me falta más copete pa sacar la perso e ir hablarle.

Hay caleta de gente, y aún así no veo a nadie conocido.

Voy a servirme un poquito de lo que sea que pille de copete en la mesa que está cerca de mí. Ni siquiera cachaba de copete, sólo mezclé mil hueas, esperando que me pillara el copete.

Un "Hola" en forma de susurro en mi oreja hace que casi se me caiga el vaso.

Mi piel se puso de gallina altiro debido a los nervios que me da cuándo me hablan cerca del cuello, y sobre todo en la oreja.

—¿Te puse la piel de gallina? —preguntó sonriendo.

Tragué saliva y mi vista viajó hasta su manzanita que tenía en el cuello, a su pelo, sus ojos, y a su carita preciosa.

—Un poco —respondí.

—No te he visto tomar nada que no sea vodka.

—Es lo único que me gusta.

—Chucha, tuve que haber comprado más entonces —asentí ante lo que me dijo y le mandé un sorbo al vaso —¿Vamo pa fuera? No me gusta gritar.

—Bueno.

—Wena culiao —le dice un hueón en forma de saludo —. Hola —me saluda de manera cortante.

Levanto las cejas y formó una línea con mi boca en una forma hueona de responderle el saludo.

Es cómo mi saludo sin voz.

—¿Tú mina? —le pregunta el hueón.

—Noooo —dice el Iván —. Es una... ¿amiga?

Cruzan unas pocas palabras y en cuánto dejan de hablar, él Iván y yo salimos al patio.

Nos sentamos junto a unos amigos de él y los hueones son super simpáticos.

—Juguemos a la zanahoria —dice una tal Scarlett.

—¿Cómo se juega? —pregunto al no tener ni la más mínima idea de que chucha era eso.

—Le tení que mandar tres quemadas al cigarro, y al que se le caiga la ceniza tiene que tomar  un vaso al seco —me explica el Iván.

Prenden el cigarro.

La hueá la hacen para el sentido contrario al que estoy yo, y yo estoy casi al último.

Le dan las meas quemadas hueón, hasta que es el turno del Iván, el cuál está a mi lado.

Me sonríe y le manda sus buenas quemadas al cigarro.

Con.che.tu.ma.re.

La hueá se va a caer.

Tan todos cagaos de la risa.

Una hueona empieza a servirme vino en un vaso, cómo si ya supiera que se me va a caer la huea.

Le mando una, dos y tres.

No se cae.

Cuea hueón.

Lo voy a pasar, pero se me cae la hueá.

Antes de que me dijeran algo, acepté nomás el vaso culiao y me lo tomo al seco.

Que asco la huea de vino, pero ya fue.

Seguimos con la hueá y termino perdiendo unas tres veces más.

Yo soy terrible económica, literal con dos vasos me curo, y con más razón si son al seco.

Voy a pescar el vino pa servirme pero el Iván me lo quita.

—Ya estay bien así.

—Uno nomás —le suplico.

—No.

—¡Si hago diez lagartijas me dejai tomar! —le digo cagada de la risa.

Todos escucharon la hueá.

—¡Dale! —dice un hueón.

—Jesús... —habla el Iván.

—¿Te sabí mi nombre? —pregunto emocionada que haya sabido de mi existencia, en ningún momento le había dicho mi nombre, y el que mi crush lo supiera era emocionante.

Lo agarro de la nuca para darle el kiss.

Me agarra de la cintura y me responde el beso.

Escucho cómo los demás gritan cagados de la risa al ver nuestro beso.

Me separo de él cagada de la risa ante la situación.

Empiezo a hacer las lagartijas.

—¡Unooo! —comienzan el conteo —... cinco —gritan cagados de la risa —. Nueve... —mis brazos ya flaquean antes las cagas da lagartijas —. ¡Y diez!

Me pasan el vaso y comienzo a tomar.

—¿Otro? —me preguntan.

—¡Sí! —respondo a penas.

Me tomo otro vaso más al seco.

Ya cagué.

—¿El baño? —le preguntó al Iván.

Me toma del brazo.

Caminamos y abre una puerta.

Es el baño, menos mal.

Me siento y casi meto toda la cabeza en el wc.

Termino vomitando casi todo lo que tomé.

—Ándate nomás —le digo para que no me vea en esta situación.

No lo duda y se va nomás dejándome ahí.

Sigo vomitando.

Me siento en el suelo. La huea está helada.

La puerta se abre.

Apenas puedo mirar.

Sólo veo unas piernas largas que están a mi lado.

—¿Tay bien? —levanto las vista altiro a penas escucho su voz.

—¡Danilo! —digo emocionada —¿que chucha haces aquí

—Déjame ayudarte —dice ayudándome a levantarme del piso.

Apenas puedo estar de pie.

Abre la llave del agua y me comienza a mojar la cara en un intento de refrescarme, o quién chucha sabe qué.

Me había echado rimel, quizás la huea le tenía toda corrida ya que no era aprueba de agua.

—¿Hace cuanto que estay aquí? —le pregunté mientras el hueon pescaba una toalla para secarme la cara.

—El suficiente para ver que te comiste con ese hueón —dice serio —. Estaba ahí, con la Tamara, ni siquiera me viste.

—¿Viniste con esa hueona? ?, ¿por qué?, ¿se comieron?

—¿Cómo te lo pudiste comer? No le saqué la chucha por respeto, ya que es su casa.

—¿Y tú?,  ¿cómo podi venir con ella? Ella te va a ser sufrir, ella es así, es mala. Te lo juro.

—Es distinto —responde.

—¿Por qué? —ya me estaba enojando.

—Porque tú me gustai.

—¿Qué? —pregunto.

—Que me gustai, Jesús. Me gustai.

—Ah. Bacán.

Cabro Culiao. [EDITANDO] *faltan capítulos*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora