Veintitrés.

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—Yo creo que sí —respondo.

—¿Yo creo? Eso no me sirve, ¿sí o no? —me muerdo el labio nerviosa.

—Es difícil de decirlo, Danilo. Pero no quiero que me gustes.

— ¿Por qué? —me agarra de la cara para que lo vea directamente a los ojos.

—No lo sé. Ni yo sé la respuesta.

—Mañana subiremos un cerro —me informa.

—¿Para que? —ta cagao de la cabeza.

—Porque yo lo digo, y quiero la respuesta para mañana.

—Mejor te lo digo ahora.

—Ya pasó el momento, mañana pasaré por tu casa a las ocho.

—Hay clases mañana, Danilo.

—No me importa —se acerca a darme un beso en la mejilla —.Hasta mañana.

        ♧

Estoy con un conjunto deportivo y una botellita en la mano esperando al Danilo.

Veo a alguien entrar por el pasaje, soy terrible piti, pero sé que debe ser él.

Camino y sip, es él.

Nisiquiera me saluda con un beso en la mejilla.

—Empezaremos a trotar hasta el cerro.

—¿Me estás hueando?, o ¿ acaso es esto un castigo?

El hueon empieza a trotar ignorando mis presuntas y no me queda nada más que seguirlo.

Nose cuanto llevamos corriendo a ese supuesto cerro, pero ya estoy pal pico y no me queda agua.

Me detengo y apoyo mis manos en mis rodillas.

—¡Para! —grito. Deja de trotar y me mira.

—Con todo esto del campeonato no puedes cansarte muy fácilmente —lo veo y ni siquiera ha sudado. Veo que tiene su botella de agua llena.

—Dame agua —avanzo para quitarle la botella, pero me lo impide.

—Después la vas a necesitar más, aún falta.

—Danilo ya corta todo este show —digo molesta —. Estoy más cansada que la cresta, faltamos hasta a clases por todo este showsito tuyo.

—Perdón entonces —dice —, no sabía que mis sentimientos eran un show —se da la vuelta y comienza a trotar.

—Sabes que no me refería a eso, Danilo —comienzo a trotar para seguirle el paso.

Seguimos trotando hasta llegar a su supuesto cerro.

Llegamos a una huea super parada, es pura tierra.

—En quince minutos tenemos que subir esto.

—¿Todo esto por la respuesta? Te la puedo decir ahora perfectamente.

—Ya pasó el momento, esto es un castigo por no responder a tiempo.

—¿Castigo? ¿creí que estoy pa tu huebeo?. Simplemente no quería llegar y decir que me gustaí —se empieza a cagar de la risa.

—¿Te gusto entonces? —se cruza de brazos —. Quiero que lo repitas —se acerca y pone sus manos en mis caderas.

—Hay que subir el cerro —digo para no tener que volver a decirle que me gusta.

Nose para que le sigo el huebeo este de subir la cagá de cerro, pero simplemente lo hago.

El Danilo es cómo profesional subiendo el cerro, no se cansa, no suda, no tropieza, nada.

Por estar viéndolo distraída, sin querer piso mal y termino resbalándome en la cagá de cerro.

Esta si duda sería la última vez que me presto para hueás.

La polera se me subió y me raspillé un poco la espalda.

—¿Estay bien? —pregunta el Danilo.

Tengo ganas de llorar por el dolor.

—Es tú culpa, Danilo.

Empiezo a subir la huea sin hablarle.

—¿Te enojaste? —pregunta.

No pienso ni darle una respuesta.

Seguimos subiendo la huea de cerro que se le ocurrió al cerebrito culiao.

Ya falta poco cuando el Danilo da el medio grito.

—¿Qué hueá te pasó?

—Había un fierro culiao ahí, me pasé a llevar y me salió sangre de la pierna.

—Supongo que es tú karma, yo también me lastimé recién. No seas cuático —sigo subiendo.

Lo escucho quejarse por su pierna, y no es para menos igual, se lastimó re fuerte.

Seguimos subiendo a pesar de todas las quejas del Danilo sobre su pierna.

Me siento en el suelo para descansar un poco, queda poquito, pero mi condición física necesita un descanso.

Ojala me caiga un rayo para no seguir subiendo hueás.

—¿Qué hora es? —pregunto.

—Las catorce horas.

En español plis. No entendía cuándo decían la hora así.

— ¿Qué significan las catorce?

—¿Broma? Eso lo enseñan en cuarto básico —me levanto y me sacudo.

—No hice cuarto básico.

—¿Repetiste? —pregunta.

—No. Fui tres meses nomás, me cerraron el año con las notas que tenía, ya que tuve una enfermedad a la cadera y no podía caminar.

—Yo veo tu cadera en buen estado —se acerca a mi —. ¿La puedo tocar para comprobar?

—No, sólo ver, sin tocar. Ahora sigamos subiendo la huea de cerro que quieres subir, queda poco.

—No ya no quiero, me cansé.

—No me vengas con hueas, Danilo. Me saqué la chucha, no fui a clases, para qué ahora me digas que no seguiremos subiendo el cerro de mierda.

—Sube tú sola, yo no quiero.

Que alguien me detenga para no tirarlo.

—Vamos a comer, tengo hambre y supongo que tú también —dice sin más.

—¿Cómo vamos a bajar? —le pregunto.

Era sólo retroceder en nuestros pasos, pero lo veía complicado.

—Por aquí. Sígueme.

Nos ponemos a caminar. Llegamos a una huea que no hay ni piedras, es tierra lisa, pudimos haber subido por ahí y evitar hueas.

—Pudimos haber subido por aquí —le digo.

—Sí, pero le hubiera quitado la gracia.

Lo quiero matar.

Cabro Culiao. [EDITANDO] *faltan capítulos*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora