Diecisiete

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Voy camino al baño de hombres para ver si esta el Mati.

–¡Zorra! ¡Maraca! ¡Jesú! –escuchó gritar al Mati.

Me doy vuelta, pero no lo veo.

–¡Aquí ahueona!

–Sal de ahí, te van a retar –le digo al ver que está en el terreno prohibido que tiene el colegio.

Es el medio terreno , pero solo lo ocupan para atletismo y fútbol. Y no muy lejos hay unos caballos que tienen para quién sabe qué.

–De aonde, recién paso un tío y no nos dijo nada. Ven para acá, estoy con el Martín.

Ni habia visto a ese niñito.

–¿Cómo pasaste? –le preguntó. La única forma de pasar es por el portón, pero esa hueá esta cerrada siempre.

–Trepamos la reja –dice Martín.

La hueá mide cómo cinco metros, es realmente imposible trepar para mí

–Pon tu pie en el hoyito este y así vay subiendo —continúa hablando Martín.

Pongo mí pie y la reja se mueve entera. Me afirmo con las manos de la reja, es imposible subir esta hueá. Subo mi otro pie con un miedo tremendo de caerme.

–Eso hueona, sigue así. Vamos que vo podí–el Mati y sus gritos de alentamiento.

Voy a sacar mi pie pero la hueá esta atascada, conchetumare, no puedo salir. Me empiezo a asustar. Comienzo a forcejear, pero me suelto y termino cayendo con un puro pie afirmado.

Siento cómo me arde todo el brazo, ya que me raspillé con las piedras que estaban abajo.

–Ay Dios mio, no creí que fueraí tan hueona –el Mati me saca el otro pie que seguía enganchado–. Pensé que sabiaí que estaba este hoyo —dice señalando un hoyo gigante que está en la reja dónde perfectamente cae alguien ahí —, así todos pasan.

¿Desde cuándo ndo esta esa hueá?. Con la poca dignidad que me queda me paro y paso por el hoyo culiao que tiene la reja.

–Hola –saludo al Martín con un beso en la mejilla –. ¿Sabiaí que habia prueba? —le pregunto al Mati.

–¿En serio? –el hueón se levanta del pasto –. Igual me iba a ir mal, ¿vamos dónde los caballos?

–Hay que caminar mucho... –el hueón me pesca por el brazo raspillado.

Caminamos más que la chucha por los caballos.

–Voy a pasar –dice el Mati.

El Martín pasa también y no voy a ser la única hueona que no va ir dónde los dos caballos cagones que están ahí.

–Cuchu cuchu –empieza a decir el Mati –. Venga caballito, venga.

–Ni que fuera gato ahueonao –el Martín se ríe de mi comentario.

Nos acercamos más al caballo culiao.

El Mati le empieza a hacer cariño.

–Los caballos me aman, hasta sé montar.

–¿En serio? –le pregunta el Martín sorprendido.

Hueón mentiroso, es la primera vez que ve a un caballo en su vida.

–Móntalo entonces –le digo para huearlo con su mentira.

–El caballo esta descansando. Además que no tiene la hueá pa montar —dice.

En menos de cinco segundos el Mati se sube al caballo.

–¿Viste? –el hueón tiene la mea sonrisa –. Martín ¿te querí subir?

–Ya.

El Martín es entero bajo.

–Jesú ayudale. Martín súbete en su espalda o que te haga piecito.

Prefiero hacer piecito que se suba en mi espalda.

El cabro chico pesa más que la cresta.

El hueón se termina de subir.

El caballo comienza a caminar.

–Para caballito, para –dice el Mati.

–¡Hey! –escucho la voz de un viejo –. ¡Salgan de aquí!

–Chao –le digo al Mati con el Martín.

Comienzo a correr de vuelta al colegio.

El Mati vota al Martín del caballo, y en menos de diez segundos están corriendo conmigo.

Veo pa' tras y el viejo corre hacia nosotros con un palo.

Me voy a meter al hoyo para salir, pero el Mati me empuja a un lado.

–Los homosexuales primero –primero pasa el Martín y luego el Mati.

Tengo todo el poto del Mati en la cara y el hueón se tira un peo.

Se cagá de la risa.

–Baje cómo dos kilos con el peo.

–Asqueroso culiao —digo enojada.

Corro a la sala junto con el Mati.

El profe me queda mirando al verme toda sucia de las rodillas, y  el brazo rasguñado.

La puerta se abre y es el Mati.

–Estaba trancada, necesitaba mi ayuda, si mire cómo quedó —dice el Mati cagado de la risa al profe.

Aveces me daban ganas de matar al Mati. Ya que todos, ¡TODOS! escucharon eso.

Me voy a sentar con el Danilo, ya que ahora mismo estaba enojado con el Mati.

El profe le pasa la prueba al Mati para que la vaya a hacer en inspectoría.

–¿Que te pasó ? –me pregunta el Danilo por el brazo.

–Nada.

Cabro Culiao. [EDITANDO] *faltan capítulos*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora