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"¿A la oficina sin razón?"

Al siguiente día me sentí pesada, no tenía ánimos para nada. Pero la escuela no podía esperar, así que con pesar en mis huesos, fuí a ésta sin quejas. Mi ama de llaves, Jane, me dijo que papá se había tenido que ir de viaje ayer por la noche, que no pudo despedirse. Y que sólo me había dejado un mensaje: "Lo siento"

Hoy yo no podía estar triste, era el segundo día de clases y se supone que esta etapa era una de las mejores. Se supone.

Me puse un vestido bonito y una mochila que combinase. Rápidamente recordé que la mochila me lo había regalado papá hace un año ¿Adivinen por qué me lo envió y que mensaje dejó?

Para mi desgracia, hoy comí más sola que... Que... ¡No sé! ¡Algo por el estilo! Pero el caso es que no desayune con ganas y tuve que dejarlo todo picoteado. Extrañaba desayunar con papá, en serio.

Me puse a pensar en las personas que tienen a sus padres enfrente de ellos y no lo aprovechan. Muchos no tenemos esos privilegios.

Llegué a la escuela a tiempo como siempre, baje del coche, no sin antes agradecerle al chófer claro, y entré al instituto.

Pero Dios, los pasillos estaban infestados de miles de humanos porque veía muchas cabecitas cruzando. Casi al instante pensé en las sardinas cuando están en las latas.

Aún era temprano, asi que aproveche para buscar a mis amigos. Crucé pasillos, subí y baje escaleras, estuve paseando por el jardín y la cancha. No estaban...

Oh eso creí.

— Thali, ¡Te estaba buscando! — pego un salto, y acaricio mi pecho. Me asustó.

Su respiración era pesada, pero en su rostro no había ni una pizca de sudor. Yo ya estaría derritiéndome, tengo una pésima condición.

—¿Donde estabas? Te estaba buscando... —Murmuré

— Estaba con Mariana y Sebas en el techo de la escuela. — Ella se encogió de hombros, restandole importancia.

Pero en cambio yo, abrí los ojos como platos al pensar eso.

—¿Cómo que en el techo? ¿Eso no estaba prohibido?— Empecé a jugar con mis uñas, algo nerviosa. Soy alguien que sigue las reglas, y no era muy normal escuchar eso.

—Si. Pero creo que eso no nos detiene, ya sabes que hacemos lo que queremos.

Yo trate de reír de igual manera, aunque creo que sonó demasiado fingido. ¿Hacer lo que quiera? Eso me hace enloquecer.

— ¿Quieres acompañarnos? — Danae Luce radiante, cosa que me descoloca.

— No, gracias. Los problemas no son lo mío.— Confesé.

—Mmm, ya veo. —Levantó una ceja y regreso a verme con un divertido brillo en los ojos.— ¿Segura que no quieres intentarlo?

— Demasiado. —Indiqué rápidamente. Si mi padre se enterase de que hago algo como eso...

Un escalofrío me recorrió entera.

— Como sea. —Se encogió de hombros —¡Oh! Adelantate, tengo que darle dinero a mi hermano ¡Luego te alcanzo! —desapareció de mi vista.

Y de nuevo, estaba sola.

Me quedé parada como tonta, no sabía que hacer hasta que tocó el timbre y yo, casi corriendo, fui a mi salón de clases.

La clase de historia me aburría mucho, pero ponía todo mi esfuerzo en poner atención. Si, la única materia que puede contra Thalia Bernard.

Cuando la clase terminó, recogí mis cosas con lentitud y, cuando estaba por salir, el director Forts me sorprendió.

— ¡Thalia Bernard! ¿Eres tú, verdad?—Preguntó con precaución. Asentí algo anonada.— Oh claro que eres tú. No me equivocaria por nada del mundo.-

¿Qué esta sucediendo?

—Si...—Murmuré parpadiando varias veces, esperando que fuera una ilusión—Amm... ¿Adiós?—Traté de escapar, pero de tan solo voltearme, una mano se posó en mi hombro derecho.

—Acompáñeme a mi oficina por favor.—Indicó con un toque de seriedad.

Eso me aterró. Nunca había hablado con ese hombre y su autoridad me intimidaba.

—¿P-Para qué?.

¿Y si es malo? ¿Qué quiere? ¿Tendrá que ver con papá? ¿Me expulsará? ¡¿Por qué?! ¿Y si me roba? ¿Y si me amenaza? ¡Papayas! ¡Me va a violar!

—Tranquila, no es nada malo. ¡Al contrario! Es lo mejor para todos.—Me guiñó el ojo y se volteó en dirección a su oficina. Hizo un gesto con su dedo para que lo siguiera. Tragué en seco.

Y lo seguí.

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