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"Dos semanas"

— ¿Bromeas?— Digo, en cuanto me sueltan tal noticia.

— ¡No! ¡En serio que casi se me sale el pedo cuando me dijeron!

— No mames... esta es la mejor noticia. ¡Al fin algo bueno!— Chilló, mientras alzo las manos en modo de salvación.

Empiezo a escuchar la risas de Sebastián, y me vuelvo a colocar el teléfono en la oreja.

— Estoy feliz, pero... wow... ¿Qué puedo hacer con estas dos semanas libres? De fiesta de por sí voy. No sé, quiero hacer algo...— Trueno los dedos con felicidad— ¡Ya sé! Tú y yo, dos semanas de puras salidas divertidas, no sé, piénsalo.

Si, ¡será de lo mejor!

— Perdón, no puedo... en estas dos semanas me iré de viaje con mis papás y mis hermanas.— Mi sonrisa desaparece, y mis facciones decaen.

— ¿No hay nada que hacer?

— Absolutamente nada. Lo siento mucho...

Zangolotee un poco mi cabeza, y traté de cambiar de tema. Estuvimos hablando un poco más, y después llegó el momento de colgar. Me dejé caer en mi cama. ¿Qué será de mí en estas dos semanas? No me apetece pedirle a mi padre un viaje, y la verdad que no quiero estar con amigas, ya que de manera extraña, no confío mucho en ellas. Prefiero amigos.

Suspiro.

— Oso, ¿Quieres jugar al Té conmigo?— Bromeo, mirándolo con una sonrisa ladeada. El felino está felizmente dormido.

Estaba a nada de cerrar mis ojos, para así dormir, pero el timbre interrumpe mmmm mis actos. Trato de convencerme de que es el cartero, o el del agua, pero el aburrimiento causa que mi curiosidad aumente. ¿Qué pierdo con ver? Me levanto de un salto, despertando a Oso, y salgo de mi habitación —Poniéndome a medias las pantuflas de conejito— con un paso tranquilo. Bajo al primer piso, y entro a la sala, esperando que Jane llegue para que me diga quien era. Pero lamentablemente la sala de estar ya estaba ocupada.

¿Qué hace un Thompson en esta casa?

Frunzo el ceño, mientras —Con sorpresa— entre abro mis labios.

— Oh, señorita Bernard, llega justo a tiempo. Tyler Thompson viene de visita por parte de su padre.— Jane me regresa a ver con una cálida sonrisa, la cual se rompe cuando ve mi vestimenta.

Y es cuando reacciono. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda... ¡Tengo un pantalón holgado de gatitos, una blusa de tirantes azul cielo y mis pantuflitas de conejo! no no no no.... Espera. ¿Acaso él se quiere reír?

El peli negro se está tapando la boca, y noto sus hombros subir y bajar sin control alguno. Por uno de sus ojos ya quiere caer una lagrimita... ¡oh! ¡Ese bastardo! ¡Thompson tenía que ser!

Me volteo, y de manera rápida subo hasta mi habitación, con una vergüenza que no había sentido desde hacía meses atrás.

Pudrete, Tyler.







El sonido del reloj rellenaba el silencio de esta sala. Y eso era algo incómodo.

Tyler me miraba de manera directa, y yo lo miraba a él sin descaro. ¿Para qué habrá querido venir? Ah, si, su padre. ¡¿Por qué papá?! ¡¿Por qué entre tantos buenos hospitales escogiste el de los Thompson?! ¡Ya sé que es por si una emergencia! ¡Ya sé que nos atenderían antes! ¡Pero...! Agh. Quiero golpearlo.

— ¿Y bien? ¿Algo que quieras decirme?— Digo, con voz de desgana total.

— ¿Por qué ese tono, amargada?— Cierro los puños con fuerza, y aprieto la mandíbula.— Pensé que ibas a ser más cariñosa, amable y tierna; antes parecías muy colorida.

Oh, ese hijo de la concha. ¿Acaso quiere morir?

— No sé de qué me estás hablando.— Miento, mientras le doy una sonrisa falsa, sin mostrar mis dientes.

A contrario de lo que esperaba, él sonríe con mucho entusiasmo, mientras sujeta su barbilla y recarga su codo en su rodilla.

— Haste la mensa. De todos modos yo sé lo que vi.

Vamos, contrólate Thalía. No lo golpees. ¡Será un gran estupido! ¡Pero no lo insultes!

— ¿Cómo va el hospital?— Cambio de tema de manera rápida. Él alza una de sus cejas.

— Muy bien. Mi padre tiene todo bajo control, y dentro de un futuro, será aún más grande. Ya sabes. Más capacidad, más dinero.— Ese tema parece aburrirle. Y eso, crea una idea en mi cabeza.

Si él puede jugar conmigo, ¿Por qué yo no con él?

— ¿Y tomarás el mando del hospital? Digo, porque supongo que estudiarás para ser doctor.— Sonrío con maldad.

Eso parece haberle dado justo en el blanco. Sus facciones recaen y crean una especie de mueca. Pero esa mueca da mucho miedo. Su mirada verdosa, antes claro, se oscurece. Me pongo aún más derecha, haciendo que mi espalda se entuma. No le tomó importancia.

Trago en seco.

¡Vamos! ¿Ahora me da miedo? ¡Pff! Eso es ridiculo...

Todo pasó en un segundo. Pero de pronto su sonrisa volvió y su postura también. Sin embargo, su mirada... aún estaba clavada en mis ojos, con la misma oscuridad. Unos escalofríos me recorrieron entera. Este chico da mucho miedo cuando se pone así... mi intención era molestarlo, pero no esperaba esta reacción.

Incapaz de hacer nada más que dar una sonrisa falsa, aprieto mis manos entrelazadas.

— Lamentablemente eso aún no lo he decidido. Así que, preferiría cambiar de tema.— Su sonrisa se ensancha. Un nudo se instala en mi estómago.— ¿Qué hay de ti? Eres hija de uno de los empresarios más reconocidos en el mundo; En algún momento serás su mano derecha, y después tomarás su lugar. ¿Verdad?

Me pongo seria. Me regresó la misma pregunta, ¿Por qué no me la pensé antes? ¡Esto me pasa por impulsiva!

— Claro que lo tomaré. Será mío ese puesto.— Miento, pero eso no parece afectarle. Incluso, creo que le ha animado más.

Sus ojos siguen haciendo conexión con los míos. Y eso en vez de crear incomodidad, hace que me den ganas de ponerme más seria y pelearle más de manera indirecta.

Y así, damas y caballeros, es como empezó una guerra indirecta.

¡Bitch! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora