13

672 56 3
                                    

"¿Qué pasó ayer?"

Dolía, y mucho.

Solo fui capaz de envolverme con mis sabanas, rogando que ese dolor tan punzante en la cabeza parara por arte de magia. ¿Pero adivinen qué? No lo hizo.

Empecé a quejarme aun más, mientras rodaba. Y tan tonta estoy, que hasta caí de la mendiga cama.

— Auch...

Iba a quedarme acostada en ese tapete blanco, pero unos toques a la puerta me lo impiden.

¿Por qué esa manía de interrumpir mi sueño?

— Señorita Bernard, es hora de despertar.

Gruño, y enojada, empiezo a revolcarme como un gusano. Mi berrinche no llega a más, así que solo suelto un "Ya desperté" para después levantarme, sintiendo mi cuerpo pesado.

Recojo mis sabanas del piso y las pongo en su lugar. Miro de manera lenta mi habitación, inspeccionando cada rincón de este. Frunzo el ceño, y pongo una mano en mi frente, pensando en la posible causa de mi malestar.

Oh no... la fiesta...

¡Mierda! ¡La fiesta! Yo... no recuerdo nada. Al menos no después de haberme parado para acompañar a Halsey.

Me pongo a pensar una y otra vez, como si estuviera esperando que esto me ayudase a recordar. No obstante, no lo consigo.

Camino algo tambaleante hacia el baño, y me miró al espejo. Abro los ojos como plato al ver a un monstruo enfrente del espejo, uno muy horrible.

Y si. Soy aquel monstruo.

Rímel regado, cabello revuelto, ya sin rastros de labial y con un chupeton en el cuello. ¡Por todos los cielos...!

¿Qué pasó ayer?

Ahora si empiezo a preocuparme. Me siento en la tapa del inodoro para pensar con más entusiasmo. ¡Pero mierda! ¡No recuerdo nada!

Logro sentir esa presión en mi pecho, la que antes sentía cuando hacía algo malo. Sentía como si se me fueran a salir mis ojos, y vibraciones emanaban en mi cuerpo.

¿Tomé tanto como para ahora tener una "resaca"? ¿Habré hecho algo malo? ¿Dije cosas raras? ¿Cómo me hice ese chupeton? O más importante, ¿Cómo llegué a casa?

Mientras me quitaba el rímel con desmaquillante, no paraba de mover mi pie con nerviosismo. Casi puedo asegurara que es un tic nervioso.

Empiezo a regañarme mentalmente, y me rindo cuando otra punzada de dolor invade mi cabeza.

Empecé a quitarme la ropa, e hice muecas cuando vi que el hermoso vestido azul tenía una mancha de lo que parecía vomito. También me quite los zapatos —Porque si, al parecer no me digne a quitármelos para dormir— y por último, me quite la liga del cabello, la cual no recordaba haberme puesto con anterioridad.

Suelto disparates cuando me doy cuenta de que no pude a llenar la tina, así que me voy directo a la regadera. Por alguna razón tenía calor, así que opté por bañarme con agua fría.

Y wow, eso se sintió bien. O bueno, hasta que salí del baño envuelta en una toalla, casi muriendo de hipotermia.

Estaba a nada de entrar al armario, cuando me doy cuenta de que no estoy haciendo mi rutina matutina. Ruedo los ojos.

Tan estresada estoy que hasta me confundo.

Regreso al baño y, por segunda vez, me miro en el espejo. Mi melena roja estaba escurriendo, y mis párpados estaban algo hinchados por el cansancio. Podía notar mi nariz algo roja, y también mi piel más pálida de lo normal.

¡Bitch! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora