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"Dolor de dignidad"

Salgo por las grandes puertas, y la música por fin termina de aturdirme. Me despido de Halsey y la gótica de Laura, para después empezar a caminar de manera tambaleante en dirección a mi casa, que al fin y al cabo está cerca. Las calles pronto empiezan a estar sin vida, en silencio, lo que tiene lógica, pues son las dos de la mañana. Miro a mi alrededor, balanceando mi bolso de mano en modo de juego.

Pronto llego a mi calle, pero me detengo en la esquina para así quitarme los tacones y empezar a caminar descalza. Una vez enfrente de mi casa, observo con aburrimiento los portones. ¿Por qué me siento así de vacía cada vez que llego? Agh.

Estaba a nada de abrir los portones con ayuda de mis llaves y mi huella (Nuevo sistema de papá) cuando el sonido de algo chocando contra el piso llamó mi atención. Me di media vuelta, y mis ojos chocaron con una ventana de la mansión Thompson. Las cortinas estaban meneándose de manera leve, dándome a entender que la ventana estaba abierta.

No había nada que pudiera haber producido el sonido. Tal vez estoy demasiado ebria, y por eso mi mente inventó tal sonido.

Ruedo los ojos, mientras me acuerdo de Tyler. Ese hijo de la guayaba es exasperante, molesto y — Aunque me duela admitirlo— inteligente. Se ha ganado ser mi enemigo. ¡Todo por su comentario! ¡Agh! Hermano de Danae tenía que ser.

— Idiota...— Murmuro mientras regreso a lo mío.

(...)

...Corrí tan rapido que termine tropezandome con mis propios pies y, para mi desgracia, chocando con alguien. Terminamos callendo al piso.

—Auch.—Me queje, acariciandome mi codo, parte que había sufrido en gran parte la caída.

—¡Cuidado estúpida!— Fruncí mi seño al ver a una chica de cabello ondulado de color cafe oscuro que me insultaba.

—Ey calmate que fue un accidente.—Respondí, pero a diferencia de mis palabras, mi rostro era un poema. A de tener el rostro pálido.

Pero no quería quedar como tonta. Debia hacerme respetar, era eso o sufrir una paliza en mi dignidad.

Esperen. Mi cuerpo se paralizo...

—Ajá si, zorra.—La chica se levantó y se fue, a lo lejos vi que se junto con un chico pelinegro, los dos parecían ser de segundo. El chico y yo cruzamos miradas, y por un segundo pensé en que era perfectamente guapo...

Y se fueron agarrados de la mano, dejandome en el piso. Con dolor de codo.

Y dolor de dignidad...

Abro los ojos con pesadez, y hago una mueca cuando escucho el sonido de mi alarma. La apago, y me quedo mirando a la nada, pensando en mi extraño sueño. ¿Por qué rayos habré soñado eso? Al parecer mi mente me trasladó a cuando recién había entrado a esta escuela. Cuando aún era alguien muy... aniñada. No se si es verdad o no, ya que a pasado algo de tiempo. ¡No me culpen! ¡Tengo mala memoria!

Me levanto con flojera y voy a mi baño, para así hacer lo que todos los días hago: mirarme en el espejo. Mi cabello esponjado, con cierta ¿serpentina?; abajo de mis ojos hay dos manchas oscuras que resaltan por mi tono pálido. Suspiro.

Me metí a bañar, y una vez salgo... bah. Hago mi rutina matutina. Bajo ya lista, con mi pantalón ajustado y un suéter gris, y anuncio un "Buenos Días" que —para mi sorpresa— nadie contesta.

— ¿Hola? — vuelvo a hablar, con el ceño fruncido.— ¿Jane?

— ¿Señorita Bernard?

Doy un brinquito, y regreso a ver a Jane. Pronto pongo la mano en mi pecho. ¡Que susto!

¡Bitch! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora