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"Maldad"

Miles de fotos aparecían por todas las redes sociales. En la mayoría, yo hacía algo "indecente".

Pero una en especial, hizo una revolución. Me encontraba pegando el trasero a un chico rubio, yo parecía muy seria con una copita en las manos. Mi cabello rojizo cubría mi cara, pero aun así supieron que era yo porque... bueno, en la escuela no hay muchas peli rojas.

El chico, por otro lado, parecía feliz. Me sujetaba de la cintura, y había algo en su mirada que detecte como "perversion".

Que vergüenza.

La mayoría me etiquetaba una y otra vez. Me quede muda cuando leí los comentarios.

Todos tenían que ver con la palabra "Perra". Ahora si, le hacía honor a mi apodo.

Lágrimas se acumularon en Lemus ojos, pero aun así traté de tranquilizarme. No tenía agregado a papá, así que no tenía de que preocuparme, ¿No?

Me empecé a sentir muy estúpida. ¿Cómo pude YO hacer eso? No me creía capaz. No puedo creerlo. Es imposible... ¡En definitiva alguien poseyó mi cuerpo! No me lograba reconocer en todas esas fotos.

Gracias a un comentario, supe que aquel chico se llamaba Nate, y efectivamente es mayor que yo. Por dos años para ser exactos.

— No puedo ser yo...

Estaba a nada de comentar en esa foto, para así justificarme, ¡O yo que sé! Algo... cuando alguien toca mi puerta.

— La chica lleva esperando mucho tiempo, señorita Bernard. Es mi trabajo recordarle que esta cena es muy importante para la familia, no debe hacer quedar mal a su padre.

Con un suspiro de frustración, salgo de mi habitación y bajo a la planta baja, para así encontrarme con la hija del jefe de una empresa llamada "Foster Games" de video juegos. Y era obvio, la chica es una mimada. En cada oportunidad que tiene, presume de sus cosas de oro y sobre todo a su novio guapo. No hace falta aclarar que es dos años menos que yo, ¡Es una chiquilla!

Y así pasa el tiempo, hasta que la rubia decide irse. Me quedo aliviada cuando escucho la puerta cerrarse, y al ver el reloj, me doy cuenta de que ya es la una de la tarde. ¡¿Cuanto puede hablar esa niña?! Y yo que creía que la bocona era yo...

***

Lunes. Lo odio.

Estaba nerviosa, pues no sabía cómo iban a reaccionar los demás. ¿Se burlarían? ¿Me verían mal? ¿Cuchichearían sobre mí? Agh, ¡Es obvio que lo harán!

Me encantaría decir que soy de esas personas que les vale lo que digan o piensen los demás sobre ellos, pero desgraciadamente ese no es mi caso. Por alguna razón, tengo esa necesidad de quedar bien con los demás, de caerles mejor y de no verme brusca. A decir verdad, quiero ser conocida por todos en mi escuela, pero no así...

Miro la puerta con suma tensión, y sujeto con fuerza las correas de mi mochila rosa. Respiro hondo y suelto el aire de mis pulmones, para así ponerme derecho y empezar a avanzar hacia adentro de la institución.

Creí que sería duro, pero esto ya era pasarse.

La mirada de muchas personas era casi intimidante, y yo solo pude bajar la vista al suelo. Sentía el corazón martillándome el pecho. Las risas de las chicas o las miradas pervertidas de los chicos me hacían querer correr, pero solo podía conservar la poca dignidad que me quedaba si caminaba.

Siento que me voy a caer.

No obstante, sé que lo que hice no hace que sea el fin de mi reputación, es más, lo alimenta. Pero... no se siente bien... aunque yo siempre esté aparentando que me gusta ser arriesgada, es una total farsa.

Todo solo por quedar bien. ¡Hasta en mi mente da pena!

Estaba a nada de entrar a mi salón, cuando alguien me jala y me arrastra por los pasillos. Solo soy capaz de ver una espalda ancha, y el cabello ondulado de Sebastián.

De nuevo, las miradas son un estorbo.

Entramos al salón abandonado, el laboratorio, y el peli negro me mira con los ojos bien abiertos.

— ¿Sebastián? ¿Q-Qué pasa?— Pregunté algo nerviosa. Aunque sabía de que iba el tema...

— ¿Es verdad? Eso de que te besaste con muchos chicos y que perreaste como loca... ¿Es verdad?— Sus ojos me penetraban, como si eso le estuviera carcomiendo por dentro. Su mano, ahora estaba puesto en mi hombro, para que así no me alejase.

¿Q-Qué? ¿Besé? Espera, ¿muchos chicos? ¡Ni siquiera lo sabía! Pero no puedo decirle que no se nada... quedaría más tonta de lo que soy...

— Si.

Se me quedó mirando por un buen rato, hasta que quitó su mano de mi hombro de manera lenta. De un momento a otro, la luz de prende, y ahí me encuentro a mi grupo de amigos.

Danae, Leslie, Mariana, Camila... todas.

— ¡Lo sabía! ¡Ya ven! Ella es una verdadera perra.— Suelta con emoción Danae.

Esta salta de su silla y corre hacia mi, para así abrazarme por los hombros y hacerme cerillito en la cabeza. Auchi.

— ¿Qué? No estoy entendiendo nada.— Digo cuando veo que todos celebran.

Alguien empuja a Camila, al parecer para que me diga algo, pero esta los manda por un tubo, diciendo cosas como: "Meh, a mi no me toca decirle". Por lo que, Leslie da un paso hacia el frente y me encara.

— Tú eres oficialmente parte de nuestro grupo.— Me dio un toque en la nariz y empieza a reír.

¿Cómo que ya es oficial? ¿Que no ya lo estaba? ¿No eran antes mis amigos? ¿Qué está pasando? ¿Fui engañada antes? ¿Por qué hasta ahora me dicen? Han pasado tres años desde que son mis amigo... ¿O en serio nunca lo fueron?

— No nos malinterpretes, Thalía, antes ya eras nuestra "amiga".— Sebastián se acerca a mí, y esta vez no tiene esa mirada de súplica, ahora se ve más... tranquilo.— Pero digamos que antes tenías que pasar pruebas. Todos pasamos por eso. Y tú no serías la excepción.

— Tenias que hacer algo verdaderamente loco, algo que impactara o tan siquiera fuera conocido. Mira, por ejemplo, todos pasamos esa prueba en el primer año. Yo robé los exámenes de la dirección y dejé un desastre, Leslie conquistó a un perdedor para así romperle el corazón, Camila le hizo bromas a las raras de nuestro salón por así un mes y Danae... ella se peleó con varios profesores, enseñándoles quien manda.— Dice Mariana con un brillo de diversión en sus ojos.

— Y Tú... fuiste fabulosa. ¿Embriagarte con chicos de preparatoria? ¿Besarte con ellos? ¿Bailar eróticamente? Eso fue otro nivel. Me has sorprendido, Bernard.— Danae me aprieta más a ella y sonríe. Yo lo hago por solo seguirle el rollo.

Pero no estaba para nada divertida. Me sentí algo enojada... pero feliz por haber pasado la prueba. No obstante, no estaba enterada de que este grupo era tan... malvado. En serio, traté de que se me hiciera divertido todo lo que ellos hicieron, pero muy en el fondo sabía que eso estaba mal.

Y no solo ellos, yo estaba mal por depender tanto de estas personas. Si ellos eran malas personas, yo más bien era la tonta que los seguía.

Todo por pertenecer en algún lado.

¡Bitch! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora