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"Momentos desesperados"

Con mis pies temblando como gelatina, me dirigí hacia la puerta de mi habitación, la cual ciertamente estaba abierta. Ese gato... ¡se las va a ver conmigo! ¡Lo voy a castigar! ¡Un mes sin premios...! Ay, no, no le puedo hacer eso, es demasiado cruel. ¡Entonces una semana! ¡Si!

— Oso...— hice sonidos con la boca, con los cuales siempre suele venir, pero el minino no aparecía.— Tendré que ir por ti, gatito malo.

Aguante la respiración por unos momentos. Tengo que salir si o si.

Apenas empujo la puerta, me dan escalofríos. ¡La puerta crujió de manera terrorífica! ¿Acaso está es una señal?

¡Thalía, concéntrate!

Camino por el pasillo de manera lenta, tratando de iluminar cada rincón. De vez en cuando regreso a ver atrás, solo para asegurarme de que nadie me está siguiendo...

Y no. No estoy paranoica.

Después de revisar la zona de huéspedes, me vi en la obligación de bajar las escaleras. Mi corazoncito empezaba a querer salirse, y cada vez que escucho a los árboles chocar contra las ventanas, me dan ganas de correr directamente a mi habitación.

Pero no; todo sea por mi bebé.

Cada escalón que bajo, es un crujido de miedo.

Un trueno —Demasiado fuerte para ser verdad— hace que mi alma quiera salir de mi cuerpo. Y bajo las escaleras corriendo. ¡Pero nada puede ser bueno para Thalía! ¡No! Justamente en el último escalón, estaba algo mojado, y resbalé.

— Mendigo golpe que me di...— Murmuro con dolor.

Mi rodilla duele, pero creo que puedo seguir caminando. Cojeando, pero puedo. Mordiendo mi labio con fuerza, sigo con mi misión.

— Oso... ps ps ps, oso... ¡Oso!— Grito una vez veo la silueta del gato en la ventana.

Luego de unos segundos, me doy cuenta de que aquella ventana estaba entre abierta.

— No te atreverías...

Oso sale de la casa de un salto. ¡GATO TONTO!

Sin dudarlo, salgo por la puerta. El viento me golpea sin piedad, y las gotas de lluvia caen de manera tan brusca, causando cierto dolor en mi piel.

— ¡Oso! ¡Ven! ¡OSO!

Mi teléfono no ilumina nada acá afuera, así que mejor lo guardo en el bolsillo de mi pijama. ¡Debo encontrar a mi gato antes de que me enferme!

Lo busqué en todos lados. Arbustos, árboles, el jardín trasero, las flores en donde le encanta mear ¡Pero ni rastros del gato!

Decidí salir a la calle para buscar a Oso. Su cuerpo es tan pequeño que puede ser que haya cruzado el portón.

— ¡Oso!— Le llamo sin éxito alguno.

Yo ya me encontraba escurriendo, y por unos momentos mis ojos se cristalizaron. Mi gato estaba perdido en esta lluvia, en cualquier momento puede cruzar la calle y ser atropellado. ¡Es doméstico! ¡No sabe andar acá afuera!

¡Bitch! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora