Hiro & Miguel (Hiro Hamada & Miguel Rivera)

Contacto.

5. Contacto.

Bien, estaba listo.

—Si quieres podemos parar esto.

—N-No.

No, más que listo, él nació preparado para esta situación.

—Te ves un poco tenso, Hiro.

Nada podría romper con la tensión.

—¡Estoy preparado para esto!

Estaba preparado para este clase de retos. Estaba lo suficiente listo, se preparó mentalmente con Gogo, revisó su diagnóstico con Baymax, pidió consejos a Honey, Wasabi también concluyó con una metodológica ayuda sobre el orden y los factores que podían influenciar.

Todos habían aportado a su manera para poder ayudarlo para no hacer que Hiro sucumbiera ante la presión, derrotará y se mostrará vencedor.

Hiro inhaló aire, cada bocanada de aire estaba sujeta a estremecerse junto a las nieblas de sus pensamientos. Revueltos los fantasmas de su mente que iban en un solo propósito, encaminados a la misma satisfacción personal.

—¿Estás listo?

—Por supuesto.

—Parece ser que te quiere dar un infarto; tienes una impresión peor que la de mi abuela cuándo se enteró nuestra relación.

Hiro carcajeó, Miguel se sintió feliz de escucharlo pronunciar algo que no fueran constantes suspiros. La voz de Miguel tiene el efecto querido, logra tranquilizarlo un poco más. Él asiente, tratando de dejar de lado la ansiedad que lo carcomía.

—¿Listo?

—Claro que sì, yo nací listo. 

Miguel deslizò la mano por el brazo, dando un escalofrìo al nipòn, el mexicano decidió darle pequeños círculos en el brazo para relajarlo. Hiro acedia, dando su consentimiento con una mirada, Miguel volvió a bajar sus manos, pasando por la larga longitud con parsimonia, Hiro tenia que agarrar largas bocanadas para tratar de calmar las cosquillas.

Llegó a dónde quería, la zona superficial de su dorso, acariciándolo con las puntas. Un choque diminuto que ocasiono la explosión de su cerebro.

—Hiro...

—¡Solo hazlo! 

Las manos decidieron juntarse en un contacto pequeño, burbujeante, repleto de un nuevo sentimiento de alegría al ser la primera vez en que lo hacían. Ambos jovenes respiraron,sintiendose bien en un sólo movimiento.

Definitivamente habían querido hacer esto.

—¿Quieres caminar? —preguntò con compresiòn, puesto que las manos de Hiro todavìa se sentìan tensas debajo de las suyas.

—Sòlo...—comenzò, dudando un poco en continuar. El càlido agarre de Miguel le indica que pueda seguir —, sòlo deja que me acostumbrè.

—Toma tu tiempo.

El agarre de Hiro se volviò màs confianzudo, ahora apretando la mano de Miguel con reproche.

Duraron cinco segundos, diez, el tiempo dejó de tomarse importancia por un rato. Miguel fue el primero el dar el paso, queriendo caminar. Hiro le siguiò, sus manos juntas se sentìan tan bien, parecìan ser que era lo ùnico que necesitaban.

—¡Esto es...vergonzoso!

—¿Quieres parar?

El agarre se hace más firme, Miguel sonrió sin poder evitarlo al entender el mensaje que se esconde bajo esos gestos. Su corazón estaba latiendo demasiado apresurado, sus mejillas estaban rojas de la verguenza, pero era demasiado dulce.

Lo suficiente para no querer que se rompiera por su imprudencia. Así que decide que Hiro es el último en dar la sentencia final.

—Cómo si quisiera hacerlo, tonto.