Martha

1.4K 197 188
                                    

Tenía un rato que no escribía algo de mis bebés principales, la mera neta, la mera neta, me moría de ganas por escribir algo de ellos. Esta idea se me vino como inspiración por los recuerdos que facebook me dijo, aunque ahora sin más, los dejo para que disfruten de la lectura.

Martha.

Hiro dio un suspiro placentero cuándo los dedos del Rivera delinearon sus caderas, viajando de forma lenta por todo su cuerpo hasta enredarse en un abrazo inolvidable, prosiguió a ahogarse en esa traviesa sensación al hundir su cuerpo entre los brazos de su novio. Recargó su cabeza contra él, y el mexicano, prosiguió también a recostarse en su hombro.

El Hamada pegó su cuerpo contra el sofá y decidió cerrar los ojos, disfrutando del momento que le daba los látidos de Miguel junto a su calor. Sin poder ignorar la felicidad y la calma que se hallaba de nuevo en él, Hiro miró a su alrededor del departamento, sus cuartos, Dante dormido, Baymax en su caja de recarga y al final, los aparatos aburridos que él estaba apilando en una esquina.

—Nos estamos llenando de basura —soltó, aún tratando de hacerse a escuchar aún con la respiración de su novio muy cerca de su cuello —, quería tirar algunas cosas.

—Me parece bien —soltó, dándole un besito que hizo al Hamada sacudirse en una risa que lo paralizó.

—Empezando por ese horrible microondas ya se está volviendo viejo. Creo que ya ni calienta bien.

—¡No! —gimió Miguel como si le hubieran atravesado algún órgano, Hiro se asustó y por lo mismo dio un respingo en el sofá, separándose poquito de él.

Hiro quedó con la curiosidad grabada en sus ojos por la mirada adolorida que le daba Miguel, por segundos, pensó en que se había lastimado o en el peor de los casos, la rata dormida le había mordido en el tobillo. Pero, Dante a su lado, también observó a Miguel con esa lengua afuera de su hocico y esos ojos de retrasado que odiaba, Hiro alegó a su favor para su desgracia.

Al parecer también se había despertado con el grito de mariachi de su pareja.

—¿Qué sucede? —inquirió, sin poder evitar la curiosidad que bombardeaba sobre él, gruñó en lo bajito cuándo su pareja se retiró de su abrazo opresor y lo liberó, el frío empezó a pegarle.

Hiro no quiso decirlo, pero empezaba a sentirse helado a pesar del suéter grueso que tenía.

—¡No podemos tirarlo! —dijo un indignado Miguel —, ¡no te atrevas a tocar ese microondas Hamada!

El genio le dio una mirada intercalada al aparato electrónico que estaba posado en la esquina, esperando ser tirado por él. No quiso preguntarse la razón de lo que estaba exaltado, creía que valía más la explicación dada por el cantante.

—¿Por qué?

—¡Porqué ese Microondas tiene historia, Hiro! —dramatizó, la cara perpleja del Hamada era una expresión que se grababa caliente en su mente —, ¡no puedes tirar los recuerdos de nosotros! Ese microondas nos vio crecer en la relación, es como un testigo de nuestro noviazgo.

Hiro, rodó los ojos, tenía que esperarse una respuesta tan sentimental por parte de Miguel.

—De una vez ya pídele que nos case, Miguel. Te has abrazado a él desde que te dije que lo pensaba tirar a la basura.

—Hiro no te preocupes, yo te amo a ti, no necesitas ponerte celoso de un microondas —le aclaró, dejándole un besito tronador en la mejilla, el genio se sonrojó de inmediato, frotándose con la manga la zona atacada por los labios del chico.

—¡No estoy celoso! —aclaró a pesar de ese fastidioso meneo de cejas que le estaba obsequiando Miguel —, ¿qué tiene de especial ese aparato? Sólo es un microondas viejo que ya se está oxidando por la falta de uso.

Hiro & Miguel  (Hiro Hamada & Miguel Rivera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora