33. Refunfuño I

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33. Refunfuño I.

Hay una diferencia abismal entre ellos dos al despertarse. El universo estaba consciente de aquel puente descomunal que existía en la forma en cómo se levantaban. Si bien, Miguel era la peor persona para dormir, Hiro no se quedaba atrás con el hecho de poder avivarse en la mañana de mal humor.

Era casi equiparable a amanecer con satàn.

Los vecinos murmuraban que la diferencia era grande. Miguel salía desde temprano con esa pijama holgada y esa camiseta de tirantes, y hasta a veces hablaba con los vecinos mientras les indicaba que debía retirarse para prepararle el desayuno a su malhumorada pareja, a la que, ellos ya sabían a quien iba derivaba esa descripción.

Esas últimas palabras, enamoraban a las jóvenes hijas de las habitantes de la colonia.

Hiro, simplemente era el lado opuesto del otro. Ojeras, cabello despeinado y una mirada irritante que hacía a los vecinos retroceder y atragantarse el buenos días.

Ellos preferían saludar a Miguel y no al japonés.

Pero luego, al escuchar los gruñidos, las maldiciones y la risa de Miguel a tan temprano rayo, les daba una de las muchas respuestas que pululaban en el alrededor.

A veces se preguntaban, ¿cómo sería el despertar de los dos? ¿por qué había tanta diferencia?

Cuándo la alarma sonó fue el primer movimiento de los dos para iniciar.

Hiro soltó una maldición que lo hizo ahogar la mitad de su rostro en la suave almohada. Miguel se levantó, estirando los brazos para sólo darse unos golpecitos a la cara y con eso bastaría para poder estar despierto del todo.

Miró a su pareja, quién no se levantaba de su lecho, Miguel movió ligeramente el cuerpo para alguna reacción positiva.

—Hiro ya levantate —le ordenó, escuchó el jadeo y el japonés enterrándose de nuevo en la almohada.

—Estoy muerto.

Bien, su primero intento fallido. Suspiro al golpearse mejor, Miguel lo dejaría por hoy, primero irìa a bañarse y ya despuès seguirìa insistiendo en este tema.

—Hiro, ya levántate.

—Que se muera el mundo.

Fue su segundo intentó, sólo recibió el mismo gesto, el mexicano le dio una escaneada a su novio que todavía seguía boca abajo y en estado inerte sobre la cama.

Buen, otra vez habìa fallado.

—Hiro, ya es tarde.

—Eso es mentira.

Fracaso inminente se acercò.

Está bien, esta vez lo dejaría. Ahora debía peinarse, arreglarse y terminar todos sus pendientes para esta mañana.

—Hiro, despiértate.

—No quiero.

Fue la contestación, mientras le miraba con mala cara al ya haber sido molestado lo suficiente, Miguel le dio su sonrisa penosa de obsequio. Y luego volvió a dejar su peso sobra la suave cama, ésta le estaba llamando, le invitaba a dormir unos segundos màs.

El mexicano le otorgò una sonrisa pequeña recargado sobre el umbral del recinto.

—Hiro vamos, saluda al sol.

—Sol, te detesto.

Miguel negó divertido, ahora mejor se retiraba a prepararle el desayuno.

—Hiro...

Su desayuno estaba listo, algo sencillo para que su novio comiera, ahora sólo debía ir a despertar a su pareja, quién todavía seguía entregado a los satánicos brazos de Morfeo.

—Quiero dormir.

Suspiró, encogiendo los hombros. Se le habían acabado las opciones, ahora sólo le quedaba el último recurso para usar.

—Bueeeeeeeenos díaaaaaaas —canturreó amoroso, escuchó al japonés volver a blasfemar le vida matutina.

Se sentía una bruja en la época medieval y que Hiro era la santa inquisiciòn que le había culpado de Hereje.

—Te odio —despertó toda la fiera que había en Hiro, quién sólo entrecerraba sus ojos hacia él con la molestia que le permitía —arde en el infierno, Miguel.

—Si, sí, sí —le restó importancia.

—Quiero dormir.

—No puedes, ya es hora de levantarte —le indicó, y recibiò con el rostro a la almohada que iba en picada a su dirección.

Se carcajeó por el mal despertar de su pareja, y como se quería ocultar en las cobijas, pero esta tarea fue importunada por la habilidad del Rivera qué le retiraba las sábanas. Hiro volvió a gruñir al ya no tener nada más con que acobijarse, una de sus armas le fue retirada y la otra lanzada en un vano intentó de alejarlo.

—Mi corazón de ratón.

—Basta.

—Mi pedacito de onigiri quemado.

—Te lo advierto.

—Mi cielo de dientes chuecos.

—Te golpearé con mi Megabot si insiste en ésto.

—Mi agrío pedazo de limón.

Miguel tuvo la habilidad de los dioses de poder esquivar esa patada de Hiro, quién sólo le estaba mirando deseando que algún portal del inframundo se abriera y se lo tragará. Odiaba despertarse tan temprano, odiaba que Miguel lo despertará tan temprano, odiaba que Miguel no se despertará como él, en conclusión: Odiaba a Miguel.

—Mi amorcito de pies apestosos —el dedo del medio y el "Fuck you" bramado de Hiro fue lo que recibió —ya es hora de despertar —Miguel se agachó y le habla al oído —Despierta, mi hermosa rata de biblioteca— escuchó un grito enojado, parecido a un berrinche que los ojos del Hamada entrecerraban hacia él, deseándole que se metiera a un agujero negro.

—¡¿Qué quieres?!

—Nada —masculló, recibió otra maldición a través de esos desvelados ojos —Buenos días.

—Muérete.

—Te hice el desayuno.

Miguel sonrió, escuchó otro gruñido más y el sonido de la ducha con un Hiro blasfemando. Para asegurarse, verificó la hora en el reloj, sintiéndose orgulloso de haberlo despertado a tiempo antes de que se fueran a la universidad.

Bien, su tarea estaba completada.

Notas finales.

Nacido del Headcanon de como seria el despertar de Hiro entre semana. Espero les haya gustado.

¡Gracias por leer hasta aqui!

Hiro & Miguel  (Hiro Hamada & Miguel Rivera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora