Sin compartir

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(/o)/ Segundo capítulo rápido y preciso, porqué puedo, y porqué ya lo tenía terminados (?).

Notas extras: Este capítulo todavía no ha sido beteado, pero le dí tiempo a mi beta para que los chequé con calma y gloria, por lo que dentro de unos días o más será editado de nuevo y corregido como se debe.

38. Sin compartir.

Estaba Coco dormida, el choque de la puerta cerrándose y Miguel sonriendo con ternura. Todos estos nuevos sentimientos estaban desbordándose como un pastel inflado, necesitaba verlo. Ahora lo único que quería ver era su Evangeline.

Ya era tarde, Coco no despertaría hasta mañana, por lo qué, sólo quedaban él y su pareja refunfuñona que estaba encerrado en la sala. Después de las conclusiones rápidas de éste día tan ajetreado, buscó con la mirada a quién ahora estaba encismado tecleando y programando.

No había notado cuándo es que Hiro llegó a la casa.

—Debiste avisar que llegaste.

—No quería molestarlos.

—¿Cómo te fue? —preguntó luego de verlo ahí mismo en la mesa de la cocina, el sonido de las teclas contrarrestaba con la paz del recinto.

Hiro que estaba sentado paró sus dedos sobre el teclado y lo miró entre una mezcla de indiferencia y sorpresa.

Esperaba que Miguel estuviera babeando junto a su hermana, no que viniera a molestarlo.

—Bien, sólo me falta terminar unos detalles y ya estará listo— concluyó, un suspiro de alivio fue lo que sacó.

Regresó su vista a esa pantalla luminosa sobre él. Sin embargo, no detuvo la pequeña culpa que le picaba en él.

—¿Cómo te fue con tu hermana? ¿La bañaste? ¿Comieron? ¿La pudiste dormir? ¿Estaba enojada?

Miguel no pude evitar el conmoverse por el hecho de que Hiro estuviera mostrando tanta preocupación por Coco, pensando que así como Hiro se ganó el corazón de su hermana, ella había tenido el mismo efecto en el Hamada.

Era muy chistoso, hace unos meses Hiro ni siquiera sabía de su existencia y le decía con el primer nombre que le viniera, mientras Coco huía de él por ver esos gestos parecidos a su abuelita Elena.

Y ahora estaban los dos preguntando por el otro, siendo él su intermediario.

Ironías de la vida.

—¿Te agrada mi hermana?

Hiro pausó de su labor y encajó la vista en las letras luminosas de su tarea para evitar verlo. Vapureó los dedos suavemente sobre las teclas y dio un asentimiento suave.

—C-Creo...que si —finalizó, sus mejillas rojas empezaban a perderse por la luz de la pantalla.

No era fácil fingir desapegó a esa pequeña, esa mocosa que le ayudaba con la tarea y le quería contar todo lo que hacía. Se le hacía tan parlanchina y molesta como Miguel y por ello, Hiro no podía evitar cederle un pequeño espacio en su corazón.

El hoyuelo en la mejilla de Miguel se vuelve a mostrar, siente que le van a doler los cachetes por tantas veces que ha sonreído en esta vida.

—¿Cómo timón quiere a pumba? —preguntó de pronto, recordando la platica de haces unos minutos.

El japonés descolocado giró en su propia silla para encararlo, lo miró perplejo y con esos afilados ojos que intentaban desentrañar este lenguaje secreto.

—Te he dicho que no me gusta que me hables con referencias a Disney —le dictaminó, porqué de eso Hiro tenía muy poco conocimiento, se sentía en desventaja —, ¿qué significa eso?

Hiro & Miguel  (Hiro Hamada & Miguel Rivera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora