Capítulo 8: Dolores de cabeza

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Juno. 

Lo único que recuerdo eran luces, música y una sola sonrisa, una bastante bella a decir verdad. Abrí los ojos e inmediatamente reconocí un techo que no era el de mi habitación, era el techo de Summer, ya me había quedado a dormir aquí bastantes veces después de una fiesta. Cuando miré a mi lado me encontré a Dylan sin camisa, no pude evitar gritar haciendo que se despertará. 

 — ¡¿Qué sucede?!

— Más bien ¡¿qué ha sucedido?! ¿Por qué estamos juntos en la cama?! 

— ¡Deja de gritar! ¡Me duele la cabeza! 

— ¡Tú estás gritando! ¡Y a mi también me duele la cabeza!

— ¡Okay ya! Hay que inhalar y exhalar — exactamente eso hicimos, entonces comenzamos a analizar las cosas —. Yo sigo con mi pantalón.

— Y yo tengo mi camisa pero.... — revisé debajo de la cobija —. No tengo pantalón.

— No hay ningún condón usado en el suelo — abrí mis ojos cómo platos.

— ¡Tal vez no usamos condón! ¡Esto es grave!

— ¿Eres virgen? 

— Sí, pero creo que ya no.

— Se supone que sangras la primera vez, recuerdo eso de la clase de biología. 

— Pues yo no veo nada sangrado en la cama, pero también recuerdo que esa cosa que te hace sangrar se te puede desprender desde antes.

— ¿Te duele algo además de la cabeza?

— No ¿pero eso que tiene que ver?

— Mi ex amaneció adolorida a la mañana siguiente de que lo hicimos — no pude evitar hacer una cara de molestia.

— Demasiada información.

— Y también sangro así que....

— Basta, no quiero saber nada más — dije interrumpiéndolo —. Recuerdo que después de los shots no quisimos probarlo otra vez y empezamos a reír de la nada.

— Y fuimos a bailar.

— Nos quedamos dormidos en el suelo, Summer decidió despertarnos y debimos estar muy inconscientes que nos dormimos en la misma cama.

— Y yo me quité la camisa y tú el pantalón.

— Ahora todo tiene sentido, uff, me siento aliviada.

— ¿De qué no hubieras tenido nada conmigo? Yo me siento triste a decir verdad — reí.

— ¿Así que admites que quieres tener algo conmigo? — le pregunté mirándolo con una ceja alzada. 

— No estaría nada mal — reí nuevamente.

Después de ponernos nuestras perspectivas prendas de nuevo, bajamos encontrándonos a Summer haciéndonos desayuno y nos tenía ya preparadas pastillas para el dolor de cabeza, ella siempre tan linda. Nos contó lo que había sucedido y sí, efectivamente sucedió lo que habíamos recordado, no paso nada de nada entré Dylan y yo, solamente pasamos una vergüenza. 

Agradecimos a Summer y subimos al auto de Dylan. 

— ¿Crees que tu padre te regañé o piense otra cosa si te llevo a casa? — negué con la cabeza.

— No, él ya sabe quién eres — respondí con una sonrisa. Después de un trayecto silencioso finalmente llegamos a mi casa, Dylan detuvo el auto y me miró.  

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