—Pusiste mal este signo—Alejandro estaba exasperado. Era el quinto error que cometía resolviendo el mismo ejercicio. Había pasado treinta minutos desde que llegamos y solo avanzamos dos ejercicios.
En mi defensa después del chistecito sexual de mi hermano, me costó mucho más concentrarme
«Follar no engorda y es muy rico. Hablemos entonces de las propiedades alimenticias.»
¡Dios! Pude haber muerto en ese momento como a Ryan se le ocurriese seguir esa línea de pensamiento.
Volví a centrar mi atención en el ejercicio hasta que Alejandro soltó un gran suspiro y detuvo mi mano de seguir garabateando números.
—¿Qué tienes?—me preguntó quitándome el lápiz.
No quise ser el típico cliché pero por algo era la respuesta universal:
—Nada.
—Vamos Megan, algo te está pasando porque este ejercicio lo sabes hacer y sin embargo sigues cometiendo errores que no cometías desde que empezamos a estudiar. Y no pienso seguir con la tutoría hasta que no me digas lo que te tiene tan distraída.
Fijó su mirada en la mía y la buscó cuando intenté esquivarla. ¿Qué podía decirle? ¿Qué me tenía herida que no notara mi existencia pero que pudiera ser tan coqueto con esa sanguijuela? ¿Qué había intentado seducirlo demasiadas veces y él solo me despreciaba?¿Que por primera vez en mi vida había sentido celos de otra y no sabía cómo manejar ese sentimiento? ¿Qué empezaba a sentirme insegura?
Di un largo suspiro profundo y me giré hacía él. Estábamos frente a frente, él seguía con su mirada fija en la mía y como queriendo causar más énfasis en lo que pretendía, se quitó con delicadeza sus lentes y lo dejó sobre la mesa. Ahora sus profundos ojos azules me escrutaban, tratando de leer en mi mirada la respuesta a su pregunta.
—Estoy molesta— confesé al final, mirando hacia el techo.
—Dime algo que no sepa. ¿Por qué estas molesta?.
—Te vi coqueteando con aquella chica hoy y...
—Te pusiste celosa— finalizó por mi
—Sí, pero no por lo que piensas—intenté aclararle un poco apresurada— vi que puedes ser agradable con una persona y conmigo no lo has sido. La verdad es que yo he sido muy amable contigo y tú solo has sido seco y hasta grosero.
Era una mentira a medias.
Sus ojos me seguían mirando con atención. Casi podía ver como analizaba cada una de mis palabras. Se pasó la mano por su cabello. Hoy no lo llevaba engominado, su cabello estaba solo un poco húmedo, acababa de tomar una ducha cuando llegamos y eso no me pasó desapercibido. Sobre todo cuando una condenada gota rodó desde su cabello, pasó por su quijada y se deslizo por su pecho hasta que se perdió entre su camiseta.
Maldita gota que me hizo acalorar.
—Tienes razón. Discúlpame.
Solo pude asentir, quería que explicara sus razones así que le di el silencio que necesitaba para continuar.
—Con Adriana se me hace sencillo hablar porque tenemos muchos temas en común, pero contigo, no sé de qué podemos hablar que no sea matemáticas, tu rara fijación a marcar todo con muchos colores y lo demasiado fácil que te sonrojas.
Por obvias razones, me sonrojé. Él sonrió satisfecho.
—No nos conocemos. Quizás debamos empezar a hacerlo.
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Estúpido Nerd Amor.
Teen FictionLa vida de Megan Asper es la típica vida universitaria: la más popular envidiada por todas, buena fiestas y buen sexo; hasta que se topa con Alejandro Hott, un nerd que es inmune a sus curvas, su pecho prominente, sus caderas de infarto, su melena d...