CAPÍTULO 27. La vida es una perra traicionera

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—Como me estaré ausentando las últimas semanas de clases, tendremos que apurarnos con los objetivos de la materia. Así que el próximo lunes entregarán el trabajo de los 50 ejercicios y el viernes presentaremos el examen— anunció el profesor Ortega, de Matemáticas 2, desgraciando la vida de todo el salón.

Si quizás siguiese con las tutorías esto me generaría solo un poco de estrés, pero como ya no tendría la ayuda de Alejandro, me sentía a punto del colapso. Y la sensación no mejoró cuando llegó el martes.

—Cómo de seguro ya sabrán, los profesores de matemática han sido llamados a la convención de matemáticos que se llevará a cabo a finales de semestre— anunció con orgullo el profesor Anbal, de Matemáticas 1—, por lo que la universidad nos ha autorizado a adelantar los objetivos de la materia.

Oh no, por favor no.

—Adelantaremos nuestro próximo examen, una semana, así que la nueva fecha es para el próximo martes—el salón entero murmuró en protesta—. Sí, sí, sí—dijo tratando de calmar a los estudiantes—, mientras más rápido se mentalicen de que no cambiaré de opinión con la nueva fecha, más rápido comenzaran a estudiar. Y el jueves haremos un taller sobre los objetivos 6 y 7, les permitiré tener abierto los libros, pero le recomiendo que igual estudien, porque pediré explicaciones lógicas de los ejercicios.

Apoyé mi frente en la superficie del escritorio y permanecí así hasta que el profesor terminó de calmar a la clase que seguía protestando. Cuando me levanté mi cabeza dolía de solo pensar todo lo que debía estudiar.

Me topé con Nicole cuando salí completamente abatida  del salón. Ella no lucía mejor que yo, pero estaba segura que sus razones eran distintas y más importantes. La saludé con un abrazo cariñoso.

—¿Cómo estás?—me preguntó.

—¿No debería yo preguntarte eso a ti?.

—Prefiero escuchar sobre tu día, que contarte del mío.

Asentí entendiendo a lo que se refería. Cuando no se sabe cómo lidiar con los problemas propios, es más fácil escuchar los ajenos para despejar la mente. Comencé a contarle sobre todo lo que debía estudiar esta semana, no solo para matemáticas, porque tenía ademas de esos dos dolores de cabezas, otras materias en las cuales mantener mi promedio. Mi buena amiga, hasta se compadeció de mí.

Llegamos al comedor buscando a mi hermano y a Taylor. Los vi a la distancia y me dirigí hasta la mesa. En cuánto nos sentamos, Andrea llegó, dándole un pequeño abrazo a su novia por la espalda.

—Hola chicos—saludó con cariño.

La miré extrañada, su felicidad no terminaba de cuadrar con el semblante de Nicole, y entonces entendí: No le ha dicho nada tampoco a ella.

Pero cuando pensaba integrarme a la conversación que había comenzado en la mesa, Alejandro entró en el comedor con Lucy a su lado, tomados de la mano. Perdí el apetito casi de inmediato, aunque enterré la cara en mi plato. Por suerte no permanecieron mucho tiempo, cuando me atreví a mirar una vez más, ya no se encontraban en el comedor y solté el aire que no me di cuenta que estaba conteniendo.



La noche anterior había comenzado mis estudios de Matemáticas 2, pero esta noche incluí los de Matemáticas 1. Trataba de mantenerme todo lo enfocada que pudiese, por lo que cambié mi rutina esa semana para trotar en las mañanas, y pasar toda la tarde en la biblioteca de la universidad practicando y resolviendo los ejercicios de matemáticas, y dejaba para la residencia el estudio de las otras materias. Incluso el fin de semana se vio afectado por mi reclusión particular.

Estúpido Nerd Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora